jueves, 24 de julio de 2008

Un día especial

Ha sido un día especial. Todos lo son, pero hay días que los vives como un regalo. Y yo hoy, después de llevar unos cuantos concentrada en un proyecto, me he regalado el día.

Conversaciones pendientes, citas al sol, comida con sobremesa, rebajas (que ya van por las segundas!), recuperar pasiones y desbloquear dolores por los que sufren a mi alrededor y sobre los que el estrés laboral a veces hace de anestesia.
Hay cierto aislamiento del mundo cuando nos lanzamos obsesivos sobre una tarea concreta. Hoy he tenido la sensación de re-conectar con el mundo.

La conversación con Nicolás, un profesor convertido en maestro, daría para escribir durante horas. Un respetuoso pudor intelectual, que creo haber comprendido de sus palabras, me impide hacerlo de forma explícita, pero seguro que las reflexiones que hemos compartido aparecen por aquí, de una forma u otra, cuando hagan su camino, cuando sin darme cuenta, florezca lo que hoy, como ya hizo hace muchos años, él ha sembrado en mi. En realidad, todos lo hacemos con todos, nadie dispone de conocimiento propietario, lo relacionamos, lo interpretamos, lo enriquecemos, lo matizamos, lo conectamos, pero ninguna idea, es sólo nuestra, ninguna evolución es individual, ninguna conclusión certera lo es sin ser contrastada con el otro.

Por eso, cuando me ha preguntado si trabajo sola, refiriéndose a la imagen que yo había sugerido, en casa sola físicamente frente a un ordenador, le he contestado que no. Que no trabajo sola.
Sería imposible hacerlo!  Wagensberg, al quien siempre recurro cuando me cuesta expresar algo con la belleza sintética con que él lo hace, lo explica perfectamente en "El Gozo Intelectual":

"Cada una de las tres fases de la adquisición de nuevo conocimiento tiene sus escenarios, métodos y circunstancias idóneos. No todo vale. Los mejores estímulos proceden de los objetos y fenómenos reales. Las mejores conversaciones ocurren con otras personas que no ignoran lo mismo y que aceptan la regla elemental de escuchar antes de hablar y de hablar después de escuchar. Y las mejores comprensiones e intuiciones se descuelgan de la más radical de las soledades."

En sus aforismos, ya podíamos intuir lo que luego desarrolla en el ensayo:

"Una mente construye por conversación consigo misma.
Una mente descubre por conversación con el resto del mundo"

Conversar con ese mundo, me permite descubrir, agradecida y humildemente, los pequeños atisbos de conocimiento que luego se convierten en ideas y proyectos con los que aportar valor a clientes y colaboradores. 

Soy incapaz de hacerlo sola y a veces busco compañeros de viaje en cualquier lugar, más allá de la configuración o la ausencia de un equipo formal: un familiar, un amigo, un taxista, un artista camuflado, una camarera, una agente inmobiliaria, un cliente reciclado en amigo, un amor consumido, una pasión incipiente, un libro, una canción. Todo vale. Si?. Todo suma. Sí.

Nada es realmente mío. Pero lo uso (procuro con respeto). Y lo devuelvo (nunca suficiente). Y lo agradezco (siempre). Escribir esto es una forma de hacerlo, por si los gestos explícitos no llegan.

No, no trabajo sola. Y me gusta pensar que mi equipo es todo eso que hay justo detrás de la ventana que tengo delante.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado lo de descubrir y construir. Es un placer descubrir tantas ideas en tu blog para construir otras nuevas a partir de ellas.

Todo vale (al menos, todo lo que enumeras), sí.

Seguiremos acompañándote detrás de la ventana. ¡Que disfrutes!

Anónimo dijo...

Que no, que no trabajas sola. Bien sabes que hay alguien tras esa ventana.

Comparto tus reflexiones y tu agradecimiento a Wagensberg.

Te mando un roce cómplice.

Odilas dijo...

Gracias por la compañía y la conversación constante...y cómplice ;-)