domingo, 11 de mayo de 2008

Marinta

Ayer volví a salir de juerga (David de nuevo). Habíamos quedado para cenar, y pensé que lo haríamos solos y que tendríamos un poco de intimidad para recuperar tanto tiempo de ausencia . Más de 18 años sin saber nada el uno del otro, hasta que nos encontramos hace unos meses, en una fiesta de exalumnos del instituto.

Pero al llegar al restaurante me costó encontrarle, pues no enfocaba la mirada en las mesas con parejas. A la tercera vuelta visual, le identifiqué sentado en un rincón frente a una mujer guapísima.

Me acerqué insegura a la mesa, sin saber muy bien cómo reaccionar, a qué lado sentarme, qué decir…

La complicidad entre ellos era evidente y reconozco que en algunos momento me sentí incómoda, como si aquello fuera una broma o un juego que nadie me había explicado.

Pero Marinta me fue conquistando a medida que pasaba la noche y hoy, sus palabras aún resuenan en mi dolorida cabeza.

Hablamos sobre la vida, el amor, la pareja, la muerte, la conciencia, el dolor …. Marinta me observaba con sus ojos felinos y escuchaba con atención mis historias. Indagaba curiosa en mi pasado sentimental (especialmente el relacionado con David) y se reconocía en mis palabras, como si hubiéramos transitado por caminos parecidos. Poco a poco, fue desplegando su alma sobre el mantel, a ratos frágil a ratos fuerte,  su expresión iba cambiando sin control ni protocolo, a veces me parecía una niña indefensa y otras una “femme fatale” seductora, salvaje, brillante.

En su expresión y en su mirada están las marcas de una vida intensa y difícil, la que viven aquellas personas que no cogen atajos, que no se engañan y que pagan un precio alto por ello, pero que a cambio, duermen tranquilas y saben que morirán con una sonrisa de satisfacción, coherencia y valentía.

Recordamos juntas el libro de Coelho “La bruja de Portobello” cuando decidimos ir a bailar. Sí, Marinta  es ella…una de las Athena más auténticas que he conocido.

Camino de la Plaza Real me confesó que está cambiando, pero que no le asusta y que hay dos palabras que definen ese camino: Conciencia (espiritual) y Reconciliación (con ella misma, con el mundo) 

Suerte Marinta.

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