jueves, 31 de diciembre de 2009
Un año de trayecto
Este blog ya es una especie de diario profesional (y personal, claro) así que de alguna forma he ido relatando el año, por vocación literaria; por sentirme acompañada en las historias fascinantes, pero también en las dudas y en las tristezas; por promoción y proyección de una actividad que de otra forma quedaría restringida a un ámbito mucho más limitado de clientes y colaboradores directos; y por ayudar, inspirar, sugerir, encender a/en otros, ideas que les puedan ser útiles en una búsqueda, siempre personal, de lo que cada uno ha venido a hacer aquí.
Esto último puede parecer pretencioso “Quien soy yo para…” que solemos decir en algunas tertulias. Pues nadie, no soy nadie, ni pretendo servir de ejemplo, ni levantar banderas, ni aconsejar en vano, pero que queréis que os diga, cuando alguien me dice, que lo que escribo le hace pensar o le ayuda a imaginarse una situación profesional mejor, o que ha tenido una idea sobre algo aquí expuesto, o que no está de acuerdo con lo que he dicho…cuando pasan esas cosas, pues una piensa que vale la pena seguir contando chismes.
Ha sido un año tremendo. Sin apenas espacios entre un proyecto y otro, sin tiempo para procesar la experiencia, para reflexionar sobre (casi) nada, sin dar (con independencia del grado de satisfacción de los clientes) la calidad que yo quería. Fue como subirme a un caballo salvaje y cabalgar de forma desbocada durante 12 meses. Sin caerme, pero sin control. Si tengo algún propósito para el nuevo año es convertirme en una amazona elegante y serena con algo más de conciencia sobre los caminos que decide transitar.
Estos días eran los esperados para la reflexión y las conclusiones, pero el formato no ha sido el encierro y el pensamiento solitario, si no más bien conversaciones imprevistas, informales, relajadas; preguntas sobre las que he improvisado respuestas; propuestas que conducían a un diálogo sobre todo lo que aquí expongo. Un puzle de experiencias e ideas que tenían ganas de tomar forma de relato y que quizás sirvan a otros en sus planes presentes y futuros.
Lo primero que hice fue conceptualizar mi propio proyecto profesional. Necesitaba un discurso que me explicara, una historia que contar, un esquema que ayudara a clientes y colaboradores a entender cómo podíamos ayudarnos, qué podía ofrecerles, cómo colaborar, qué sé hacer, qué puedo aprender a hacer, qué me interesa, por qué…. Está escrito en prural, como si fuésemos muchos, como una premonición de que sola no haría nada, o nada interesante. Compartí el documento con algunos amigos, colegas, futuros clientes, lo colgué en la red y sinceramente, no lo usé jamás (en formato presentación comercial), pero a mi me sirvió para ordenar el mundo. Mi mundo.
Algo importante (esencial) es decidir con quién vas. Buscar cómplices, compañeros de viajes, socios, identificar quien son tus perfiles complementarios, de quién aprendes, a quién ayudas, y cual es la forma de vincularte a esas personas. Según lo que quieras hacer podrás ir en solitario, o necesitarás organizar equipos.
Yo imagino proyectos, y necesariamente ese modelo necesita equipos.
Y según como entiendas esto de las relaciones profesionales, irás de “freelance”, crearás una sociedad, o te irá aquello de las Empresas a lo Hollywood
Cuando se trata de trabajar con el conocimiento como materia prima, yo entiendo mejor las redes que las empresas. Redes de colaboración creadas para aportar valor, aunar esfuerzos y pasarlo bien. Tenía un sueño
Cuando empecé hace un año, pensaba que conocía a mucha gente. Así era, después de 20 años de profesión(no es que sea muy mayor es que empecé escandalosamente joven). Pero nada comparable con la explosión viral que he vivido este año. Creo que hay análisis sobre aquello de cuantas relaciones somos capaces de manejar los seres humanos. No recuerdo ni me importa mucho la verdad, sólo resaltar como un elemento clave de este año la cantidad y diversidad de personas que me he encontrado por el camino, para mi sorpresa y placer.
Me gustó conocer a la gente Alius Modus a dónde llegué gracias a Virgili Delgado al que siempre agradeceré sus sabios consejos al inicio de todo y contínuamente.
Elena Sanz fue clave para facilitar un encuentro que dio como fruto uno de los proyectos que más estabilidad económica y satisfacción intelectual me han dado este año : El plan estratégico de gestión del conocimiento de AGBAR.
Con Marc, Gemma, Ricard y Javi nos embarcamos en aventuras trasatlánticas. Con ellos fundamos NuestraCausa y organizamos, junto con
otros que se unieron a la banda, la conferencia Personal Democracy Forum en Europa.
En primavera, un grupo de Artesanos nos fuimos a Segovia a ver que forma tenía la tela de araña que tejía nuestros sueños. De ellos aprendo todos los días, algunos me ayudaron, más de lo que seguramente saben, a confiar en que esta andadura era viable. Ahí seguimos, condenadamente enredados ☺
Le agradezo a José Carlos Amo un curso que me pasó sobre Gestión de proyectos y que supuso mi primera factura. Os parecerá infantil, pero me pareció mágica la transformación directa en ingresos, de ideas, papeles y tiempo.
Una de las ideas para este año es mezclar el rigor de la materia de ese curso con otros que también han ido apareciendo sobre herramientas 2.0. Creo que es un cruce prometedor.
HE trabajado con INCAVI de la mano de Gemma Urgell y en colaboración con Marc López, en la implantación de un ecosistema de comunidades de práctica para conseguir los objetivos implícitos en Debatdeví: El desarrollo del sector del vino en Cataluña, gracias a una gestión eficiente del conocimiento de los distintos agentes.
Las metodologías en la gestión de proyectos, las dinámicas del trabajo en comunidades y las herramientas colaborativas, me han llevado también a colaborar con otros proyectos impulsados desde el Centre d’estudis jurídics de la Generalitat de Catalunya y la Dirección General de atenció ciutadana.
El otro día, alguien me preguntaba, pero cómo buscas a los clientes?. Me quedé pensando. No recordaba haberlo hecho de la forma deliberada y estratégica por la que me preguntaba. Supongo que nos hemos ido encontrando de la misma forma que lo hemos hecho las personas de las que he hablado anteriormente.
Obviamente, este espacio ha ayudado enormemente a la interacción necesaria para crear esas redes de fronteras difusas entre los que estamos a un lado y a otro de los contratos.
Y por último, y esto sí que tiene forma de consejo directo, cuando alguien me comenta que va a dejar la empresa y salir al mercado libre, le pregunto cuánto tiempo subsiste sin cobrar. Porque el idealismo y la ilusión se enfrentan enseguida a una realidad que se impone y es que necesitamos dinero para hacer frente a unos gastos que , aunque tenemos en general mucho margen para reducir, pueden asfixiar en forma de angustia, toda la creatividad y el entusiasmo que pongamos en el proyecto.
Supongo que esto es muy personal. Cada uno sabe lo que necesita y los recursos que tiene para conseguirlo, pero el tiempo que transcurre desde propones un servicio, se contrata, se ejecuta, se factura y vence la factura, debe estar cubierto, al menos al principio por un “colchón” más o menos confortable, en función de la tolerancia al riesgo de cada uno.
Yo no acabo de entender eso de que el hambre agudiza el ingenio. El hambre da dolor de estómago y para trabajar hay que estar sano, sereno y feliz.
Y hasta aquí esta crónica imposible de un año importante para mi. En el que he dado mucho pero he recibido muchísimo más, he aprendido de forma diabólica, he conocido ha personas geniales y me he conocido yo un poco más, he sufrido, he tenido miedo, me he emocionado, me he reído (muchísimo). Pero sobretodo tengo la sensación de que lo que hago tiene sentido, propósito y coherencia.
Gracias muy muy especiales a todos los que os pasáis regular o esporádicamente por aquí, con vuestros comentarios, formáis parte de una conversación imprescindible para seguir avanzando.
PD: y ya me perdonáis las excesivas autoreferncias del post…es que hablaba de mi ☺
domingo, 27 de diciembre de 2009
Conferencia Richard Sennett - "El Artesano"
Al recomponer las notas he intentado ser fiel a las palabras de Sennett de la forma más objetiva posible (difícil ;-) y entrecomillados, algunos textos que he buscado en el libro, para hacer más comprensible algunas reflexiones. Obviamente, nada como leérselo si os interesa el tema.
Richard Sennett enmarca e inicia su discurso haciendo referencia a una sociedad saturada de cosas. El uso de las cuales erosiona su valor hasta la banalidad.
Cuando hablamos de Artesanía, nos viene a la cabeza la imagen de un trabajador (un carpintero, un herrero, un alfarero) forjando con sus manos una pieza singular en un taller repleto de herramientas y materiales. Es una imagen evocadora que difícilmente la podemos encajar en la realidad actual (tras la revolución industrial, la incorporación de las máquinas y el establecimiento generalizado de la producción masiva)
Pero Sennett, enseguida y dispuesto en la primera parte de su conferencia a definir el concepto de Artesanía, nos evoca otras imágenes que para él también la representan: Una investigadora en su laboratorio absorta en el proceso de su ensayo; obsesionada por la relación entre la técnica y el resultado. Un director de orquesta obstinado con la perfección de una orquesta, mientras los ensayos se alargan más allá de lo pactado en el contrato. A ambos y a tantos otros ejemplos, les une la vocación por el trabajo bien hecho como objetivo en si mismo.
Ya, esto no es óptimo desde un punto de vista comercial. Se gana más dinero con enfoques más orientados a la optimización del esfuerzo y a su reflejo en la cuenta de resultados, pero no es necesario confrontar las dos opciones (con todos sus matices) para entender lo que Sennett quiere explicarnos: Está hablando de implicación y compromiso. Implicación emocional y vinculante con aquello que tienes entre manos…pero, y aquí el matiz que empieza a complicar el discurso, más allá incluso, del objeto en si mismo. No se trata sólo de la calidad del producto resultante, se trata de recomponer relaciones necesarias entre “concepción y praxis, técnica y expresión, artesano y artista, entre práctica y teoría”.
Sólo si no obstruimos ese flujo entre la acción y la reflexión, sólo si respetamos la conexión entre “la mano y la cabeza”, encontraremos esa recompensa emocional fruto de vincular técnica y propósito, el “cómo y el por qué”, la recompensa de aprender algo de nosotros mismos en el proceso, de, como dice Csikszentmihalyi ( conexión de cosecha propia porque Sennett no lo menciona nunca ni en libro ni en la charla), “Fluir”.
La segunda parte de la ponencia, fue una crítica reflexión sobre el sistema capitalista, cuyas reglas inhiben la práctica artesana. Por qué son tan poco habituales –marginales- experiencias como la comunidad de Linux?, una de las casos que Sennet desgrana en su libro como paradigmática de la práctica artesana.
La conclusión es que todo el sistema parece estar en contra de estas actitudes:
Las empresas hace algunos años se conducían por burocracias razonablemente estables. Antes, el mero servicio a una corporación era gratificante. Los trabajadores que iniciaban su carrera profesional en una empresa, se vinculaban a la historia narrativa de la misma.
Ahora el valor del conocimiento acumulado durante décadas es un lastre frente a políticas cortoplacistas.
La experiencia pierde valor institucional frente a hornadas de jóvenes profesionales más inexpertos pero más dóciles.
Las empresas no forman, no reciclan (sale más barato contratar a los nuevos) no fomentan la pasión por el trabajo bien hecho, las reglas del juego son otras, más relacionadas con las habilidades para manejarse en el complejo sistema de luchas de poder y politiqueos internos.
El salario tampoco parece compensar esa desafección por la calidad. Cada vez es más grande la brecha entre los salarios de los directivos y de “la tropa”. Si en 1974 la proporción entre ambos era de 38 veces, en la actualidad esta relación ronda las 350 veces (apuntaba Sennett).
Los renovados discursos llamando a la colaboración, al aprendizaje colectivo y a la calidad, es pura charlatanería, inconsistente con un modelo que no cambia en sus estructuras más básicas.
Trabajar bien, hoy en día en las empresas, supone una opción personal idealista y parece que poco incentivada.
El sistema capitalista en el que se enmarcan estas empresas tampoco estimula a las prácticas artesanas: Hoy entre hacer algo bien o simplemente hacerlo, se premia a lo segundo. Rápido y rentable. “Hacer un buen trabajo significa tener curiosidad, investigar y aprender de la incertidumbre”. Eso, a corto plazo, acostumbra a ser poco rentable.
“En la mente del artesano, la solución y el descubrimiento de [nuevos] problemas están íntimamente relacionados”. En contraposición a sistemas de conocimiento cerrados dónde el objetivo único de toda acción es cerrar el círculo entre problema y solución.
En las burocracias corporativas, sabes cómo hacer las cosas antes de hacerlas. Hay poco margen para la retroalimentación que se da cuando hay un flujo continuo y abierto entre resolución y descubrimiento de problemas. Este proceso, expande las habilidades de una forma que ningún procedimiento puede aportarnos y que un mal uso de la máquina (tecnología) puede inhibir.
Con ese potencial mal uso de “la máquina” Sennett abre la tercera parte de su ponencia y concluye el encuentro.
Durante la revolución industrial el miedo residía en la posible sustitución del hombre por la máquina. En la actualidad, el peligro es otro : El peligro es hacer un uso capitalista de la máquina, buscando sólo la rapidez frente a otras aportaciones. Un uso que nos hará cada vez menos implicados y más estúpidos.
De nuevo un sistema de conocimiento cerrado dónde sólo se busca una solución y a ser posible rápida.
Recurro al libro para cerrar este punto y la crónica:
“La manera inteligente de usar una máquina es juzgar sus capacidades y amoldar el uso que se hace de ellas teniendo más en cuenta nuestros propios límites que sus potencialidades. No debemos competir con la máquina. Una máquina, como cualquier modelo, debe proponer, no imponer; y la humanidad, por cierto, debe huir de toda imposición de imitar la perfección. Contra la exigencia de la perfección podemos reivindicar nuestra propia individualidad, que da carácter distintivo al trabajo que hacemos. Para lograr este tipo de carácter en la artesanía, son necesarias la modestia y la conciencia de nuestras propias insuficiencias”.
Algunas referencias interesantes vía @schuschny y Pere:
Richard Sennett: "El capitalismo se ha hecho hostil a la vida"
"La desglobalización ha empezado, no volveremos al viejo régimen"
"2010, del revés"
sábado, 19 de diciembre de 2009
Mein Berlín
El aire gélido está impregnado de los olores de esta ciudad (se podría escribir un libro de viajes recurriendo únicamente a este sentido), una impactante mezcla de coles y cebolla hervidas, vino dulce, frutos secos caramelizados, pimienta y mostaza, dan la bienvenida a la liberada “Capital Mundial Germania"
Aspiro profundamente frente a la omnipresente torre de TV y Berlín empieza a apoderarse, como un mal virus, del resto de los sentidos, a acomodarse en el espíritu, a expulsar las sensaciones importadas, a hacerse sitio casi con una violenta sacudida.
El mismo proceso una y otra vez, va ganando eficiencia con cada viaje de vuelta a esta ciudad.
Antes de terminar de recorrer la inmensa plaza, el impacto del reencuentro se ha apaciguado y soy quien soy aquí, casi sin darme cuenta.
Me trajo a Berlín un proyecto allá por el 2004. La multinacional en la que trabajaba quería unificar las metodologías de Gestión de Proyectos, aprovechando las buenas prácticas de cada país y desechando las “imperfecciones” de cada cultura.
Durante un año y de forma intensiva los 6 primeros meses, convivimos unos 20 representantes de cada país (nos alojaron juntos en un bloque de apartamentos al más puro estilo MelRose Place), el equipo de dirección alemán y dos psicólogos dedicados plenamente a asistirnos no sólo en las sesiones de trabajo, si no también en el tiempo y actividades de ocio, para identificar y resolver conflictos culturales.
Los hubo, vaya si los hubo, como en cualquier convivencia forzosa, pero también, y por la misma razón, grandes dosis de fraternidad y apasionadas complicidades.
Llegamos en pleno invierno y a mi me costó meses encontrarle la gracia a este inmenso bloque gris cubierto de hielo y nieve. Los primeros días los sureños pegábamos la nariz a las ventanas de la oficina extasiados ante las tormentas de nieve, pero la euforia fue cediendo paso a la tristeza, y al cabo de unas semanas estábamos terriblemente deprimidos, mientras nuestros compañeros nórdicos trabajaban con eficacia sin inmutarse.
Como en un gesto de rebeldía, me compré una bici y cada mañana sin pensarlo (porque si lo pensabas un minuto desistías) renunciaba al grupo de taxis que venían a recogernos a “MelRose Place” y pedaleaba insegura al principio y orgullosa siempre, hasta la oficina.
Pero a parte de ese triunfo de la voluntad y del hecho que el proyecto era una de las mejores experiencias profesionales que he vivido, a mi Berlin, me seguía pareciendo inaccesible y hostil.
Hasta que llegó la primavera.
Bueno, aquí la primavera no llega, explota!. Los almendros florecen con rabia vengativa, los parques se vuelven bosques exuberantes, las terrazas se llenan de gente envuelta en mantas bajo las estufas exteriores y los primeros rayos de sol relevan los colores hasta entonces imperceptibles.
El grupo, empezamos a sustituir las cenas en casas y las tertulias en cafés de mesas de madera y bancos cubiertos de piel envejecida por excursiones domingueras en bici desde Schmargendorf a Prenzlauer Berg para desayunar hasta bien entrada la tarde (me decían que eso era el “Brunch” ;-), y cuando el tiempo ya se estabilizó, por paseos por el Tiergarden y tumbadas en alguna de las playas artificiales a orillas del Spree, un cruce entre ambiente caribeño y chill out de lo más desconcertante.
Conseguimos, con tiempo, esfuerzo y mucha “psicología” consolidar una metodología común. Nunca se implantó. Al volver a nuestros países de origen y en pleno “Roll-out” nos compró otra empresa, y obviamente impuso la suya. Cosas de la geopolítica corporativa.
Pero de aquello queda un ingente fondo documental, un grupo de amigos esparcidos por todo el mundo y un vínculo eterno con esta ciudad, como con un amor de esos que empiezan con disgusto y acaban atrapándote para siempre.
He vuelto varias veces a Berlín, a reencontrarme con los amigos que viven aquí y con una cuidad que me hace sentir una extraña combinación de libertad y seguridad (tan aparentemente confrontadas) como en ningún otro lugar en el que haya estado.
Ya no me asustan ni entristecen el frío, la oscuridad, el hielo y la nieve, es pura fachada que apenas protege lo que encuentras (recuerdas), lo que esconden: belleza, contrastes, ingenio y pasión, caramelizados con una ternura casi infantil y un saludable sentido del humor.
Actualización :):
Mi bici extraída de la memoria (digital) de Pere
jueves, 17 de diciembre de 2009
Tecnología para qué?
Catalogamos a personas, grupos y organizaciones en 2.0, 1.0 o en cualquiera de los puntos intermedios que los colocan en una trayectoria evolutiva(¿) que marca la intensidad y destreza en el uso de estas herramientas, principios y valores.
Todos estamos en algún punto de ese continuo. Pero más allá del grado de adopción y conversión hay otras dimensiones que se nos escapan, quizás porque el sentimiento tribal de sabernos diferentes (de momento) a la mayoría, es erróneamente unificador.
Así que a veces, cuando intentas sumergirte en las características de estas herramientas, las prestaciones, el análisis cualitativo, el para qué sirven y a quien, qué necesitamos además de software para utilizarlas con eficacia…etc, se hace necesario ensayar un mapa conceptual que nos ayude a comprender que este escenario “2.0” es tan diverso como la vida misma (en realidad un simple reflejo cada vez más extensivo), que no todo sirve para todo, ni para todos.
No es lo mismo co-crear; que sencillamente relacionarse; que acercarse a la red con la vocación de aprender; que hacerlo con la voluntad de promocionarse, expresarse o difundir el yo (o el nosotros); o para que la tecnología nos asista en el manejo de la ingente cantidad de información que procesamos a diario.
No es lo mismo, porque la actitud estará condicionada por el verbo, porque las motivaciones responderán a estímulos distintos, porque las herramientas óptimas serán distintas en cada caso y porque su implantación tendrá que venir acompañada de procesos que sostengan los objetivos de cada momento y contexto.
Co-Crear requiere cierta organización de un grupo para la consecución de unos objetivos, a priori comunes. Huimos de las jerarquías y las burocracias y yo no las voy a defender aquí, pero para crear en grupo, para la acción colectiva, no acaba de servir la espontaneidad, la autoorganización y la entropía. Parece necesario establecer una reglas del juego que permitan la colaboración eficaz, la asunción de responsabilidades, la resolución de conflictos, la toma de decisiones; un lenguaje común que sostenga el intercambio; una conceptualización previa que permita, aunque la estrategia no sea compartida, un horizonte común; una estructura de la información coherente y diseñada en función de los objetivos. Hay que resolver cuestiones como la retribución a los que colaboran (monetaria, emocional, intelectual..) y la propiedad y uso de los resultados. Y es necesario un liderazgo, aunque sea distribuido, que alinee voluntades y aporte al grupo recursos y confianza para seguir adelante.
Relacionarse por el puro placer de estar conectados, conversar y compartir, requiere menos rigor y más perspectiva. Por qué hay millones de personas en facebook o por qué desayunamos en twitter, o conversamos por el Messenger con amigos que viven en nuestro barrio, o compartimos fotos, música, películas, anécdotas, miedos, intereses, #frasestontas, o la angustia por un globo a la deriva a miles de km?. Todo esto tendría tantas respuestas como individuos existen en cada uno de esos ecosistemas sociales, pero creo que las respuestas (las que se me ocurren) derivan hacia esa colectiva soledad ruidosa y ese desconcierto paralizante en el que vivimos y del que ya hablé en un texto anterior (no me repito).
Promocionarse requiere de estrategias y herramientas que le metan un turbo al proceso de relación. Se renuncia a la naturalidad en beneficio de la eficacia. Eficacia en la consecución un objetivo claro y específico, estratégicamente diseñado para un público (target ;-¿) del que esperamos atención, reconocimiento, dinero, adhesión…en cualquier caso (quizás en el peor de ellos) cierto sometimiento a nuestra influencia.
El Aprendizaje seguramente es inherente a todos los procesos anteriores. Y a falta de capacidad para definirlo mejor, recurriré a Wagensberg para enunciar que “Toda mente humana se la ha de ver con la adquisición de nuevo conocimiento, por lo que toda mente necesita estímulo, conversación, comprensión, intuición y gozo intelectual” y que eso ocurre gracias a la conversación entre aquellos “que no ignoran lo mismo”.
La tecnología “nos hará libres” (salvando el exceso) pero será la comprensión de las dinámicas de interacción entre personas (humanos era otro exceso) lo que nos permitirá no convertirnos en esclavos de la misma.
PD: Nieva intensamente ahí fuera!
sábado, 5 de diciembre de 2009
La Red o la Vida
Digo solitario independientemente de si vivimos solos, en pareja, en una comuna o de si trabajamos en un supermercado o en una cabina de rayos X, de si practicamos yoga en nuestros descansos o bailamos merengue todos los jueves.
Sentimos solos.
Algunos y a veces son capaces de compartir, pero compartir no es co-sentir, y aún en el mejor coito, un orgasmo es personal e intransferible (que nadie se quede aquí jugando con la broma fácil, por favor, que voy en serio ;-)
Pero de vez en cuando sentimos colectivamente y creo (es una hipótesis sin ningún rigor científico) que lo que nos mueve, más que los intereses comunes, más que la causa cohesionadora, más que una calculada estrategia de masa crítica, és o también o sobretodo, sintonizar una frecuencia común, experimentar algo que nos trasciende, emborracharnos al ritmo de los tambores, sentirnos fuertes, casi felices, co-sentir con los otros durante un periodo de tiempo, hasta que la orgía termine y cada uno vuelva al devenir cotidiano y solitario de sus vidas.
Creo (y me preocupa creerlo) que lo dicho hasta ahora aplica por igual al soporte a un manifiesto contra una ley, que a la elección de Chikilicuatre para el festival de eurovisión, a la aflicción por la muerte de Michael Jackson que al horror de las protestas en Irán durante las últimas “elecciones” (estas dos últimas se alternaban el Top Trend Topic hace unos meses)
Pero no importa. Me consuela pensar que lo realmente interesante es la capacidad transformadora de una masa organizada. "Al menos, protestamos!"
Hace falta encontrar buenas causas, claro, pero de esas sobran y hace falta criterio para defenderlas, pero sobretodo hace falta despertar de un a veces preocupante estado de anestesia colectiva en el que parecemos sumidos y redimidos a golpe de click en los infinitos grupos digitales creados en cualquier red social que se precie.
Relacionarnos en Internet está dando respuesta a necesidades propias de una sociedad fragmentada, que ha perdido los vínculos comunitarios tradicionales, que está redefiniendo los parámetros del compromiso. Una sociedad competitiva, programada para minimizar costes de transacción (también afectivos), para minimizar riesgos (también afectivos), para consumir y entretenerse , individualista, cada vez más bombardeada de información pero seguramente peor informada, hiperconectada pero no menos sola, desorientada, heredera de las revoluciones masivas del S.XX pero escéptica (aunque sólo sea por la facilidad de perder el foco sobre el que nuestros actos pueden tener algún impacto real) sobre nuestro protagonismo en los acontecimientos que transformarán este mundo en algo más tolerable.
Y el mundo (como la verdad ;-) está ahí fuera.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
Manifiesto "En defensa de los derechos fundamentales en internet"
Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…
1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.
Por favor difunde este manifiesto en tu blog, Twitter, en redes sociales, en foros o imprímelo y repártelo.
martes, 1 de diciembre de 2009
La banda de Pdfeu
No pretendo contribuir a la ingente cantidad de contenidos que se han volcado sobre la parte pública de la conferencia. Los que pudieron asistir, lo han hecho sobradamente. Quiero cerrar, con un punto y aparte, mi experiencia compartida con un grupo de compañeros, para organizar esta convocatoria.
Los dos viajes a NYC este año con los compañeros de NuestraCausa consolidaron la celebración en Barcelona de esta conferencia. Pero no fue hasta mediados de agosto que una llamada Telefónica de Andrew Rasiej advirtiendo a Marc López “It's no time to relax” convulsionó nuestras vacaciones a la española y nos puso en órbita para empezar a activar la maquinaria.
Siempre he pensado que los proyectos no existen hasta que no se conforma el equipo. Y este empezó a consolidarse poco a poco al más fiel estilo Ocean’s 11 (algunos más en este caso). Personas que conocíamos los del primer núcleo, gente que se ofrecía, unos que se traían a otros…y así como si de una Jam session improvisada se tratara, fuimos montando la banda.
La gestión de ponentes (viajes, alojamiento, agendas…), el diseño de contenidos, la campaña de marketing y promoción, La gestión de la prensa (acreditaciones, entrevistas concertadas..), la gestión económica de la sponsorización, la preparación de la Torre AGBAR (tecnología, mobiliario, logística, seguridad…) y del hotel continguo, cartelería, imprenta, catering, gestión de inscripciones y registro con diversos grupos especiales, la logística del evento en sí (políticas de seguridad del edificio, movimiento de personas en varios escenarios, protocolo de recepción de personalidades públicas…) ...En fin toda una juerga.
La tensión fue en "crescendo", durante las semanas previas, especialmente cuando nos acoplamos con el equipo organizador de la conferencia en NYC, de forma cotidiana, con horarios diabólicos que nos convertían en una oficina abierta 24 horas al día. “Bienvenidos al día de la marmota” recordaba Marc Garriga en un post, rememorando una de la bromas habituales de los últimos días.
Los proyectos, a veces, entran en dinámicas tan fascinantes como perversas. Ocurre cuando (y especialmente de forma colectiva), coges tal velocidad y concentración que el resto del mundo pasa a gran velocidad a ambos lados de la capsula del cohete dónde tú y los tuyos compartís un viaje, unos rituales, una experiencia común, un aprendizaje y un ecosistema de relaciones tan cohesionadoras como adictivas. No recordaba la experiencia desde que me dedicaba a proyectos de implantación de software, durante las fases previas al arranque.
La noche antes de empezar todo, mientras organizábamos los últimos preparativos en la Torre, Marc López me preguntó “Todo bien?” le contesté que sí, que empezaba a perder el control. Se puso pálido pero en realidad era la mejor de las premoniciones: El control, lo tomó el equipo.
Empezaron a agruparse según un primer cuadro de posiciones, tomaban sus propias decisiones y resolvían detalles difíciles de prever en una planificación a priori.
Un equipo funciona cuando deja de necesitar mirar a un punto fijo para movilizarse (parece obvio pero no lo és, a veces el liderazgo se confunde con omnipresencia y dependencia). Esa actitud del grupo salvó todos los obstáculos de la carrera que nos íbamos a dar los dos días siguientes. De vez en cuando había que tomar una “executive decision” (otro de los gags comunes), pero la autonomía y la diligencia con la que ese equipo trabajó me sigue haciendo sonreír después de tantos días.
Contagiaron al estricto personal de AGBAR que se integraron con nosotros olvidando los límites contractuales y hasta los uniformados hombres de seguridad (los conozco, son serios de profesión) nos lanzaban sonrisas cómplices cuando por cansancio o despiste dejábamos la puerta desatendida y corríamos a su llamada para identificar a alguien no acreditado.
Hay mil anécdotas que harían largo y pesado este escrito, que sólo pretende ser un tributo a aquellos con los que comparto cierto vacío post-traumático estos días, que me recordaron que el sentido del humor no está reñido con el rigor profesional, y que un grupo de personas comprometidas y entusiastas son capaces de cualquier cosa.
Va por vosotros
Marc López
Gemma Urgell
Marc Garriga
Ikuska Sanz
Miriam Alvarado
Clement Paume
Edgar Rovira
MArc Pallarés
Joakim Vivas
Ana Fernández
Chris Pinchen
Nuria Jové
Susana Berniola
Anna Zaera
Sergi Sabate
Ana Salazar
Laura Bononchini
Antonella Napolitano
Meritxell Fuster y Jordi Sánchez (AGBAR)
Irina González dirigiendo al equipo de cámaras de la URL Blanquerna
Los chicos de CivicoLive de Birmingham
Y desde NYC Andrew Rasiej, Micah Sifry y Anthony Russomano
sábado, 10 de octubre de 2009
Duelo de consultores
Quizás por todo ello, la conversación es rica y apasionada, la que se da “entre aquellos que no ignoran lo mismo” como dice Wagensberg
Hace un año aproximadamente me invitó a impartir una de sus clases sobre Administración electrónica y eGovernment en un postgrado, no recuerdo dónde la verdad. Buscábamos el enfrentamiento dialéctico en directo para estimular el debate en la sala y nos divertimos (los alumnos más).
Y la semana pasada se coló en un seminario que Elena Sanz Marc Garriga y yo preparamos para alumnos del IESE, sobre entornos 2.0 en las organizaciones y amenizó la tarde cada vez que levantaba la mano, para replicar un argumento.
Es más un juego de roles que define nuestra relación que divergencias de fondo, pero desde que voy por libre, he rechazado cordialmente trabajar con él, porque aunque es uno de los mejores consultores que me he encontrado en años, me da pereza enfrentarme a un conflicto de valores en pleno proyecto.
Hoy hemos dedicido encontrar lo que nos une, para colaborar. Yo que nunca estoy segura de nada, me he alegrado de encontrar en él la disposición a cuestionarse algunas certezas. Así que desde la humildad de la duda y las ganas de experimentar, empezaremos a re-conocernos.
Me encantará explicarle a Luis como resulta una implantación de SAP a la artesana ;-) Sé que lo primero con lo que vamos a “enfrentarnos” es a la liberación y la apertura de la información.
Yo, salvo restricciones del cliente, no me cuestiono publicar mi trabajo; para él, para ellos, representa un activo, algo en lo que se invierten unos costes y que tiene valor en sí mismo como ventaja competitiva ante otras empresas.
“No publicaré mis métodos, mis ideas, mis conclusiones, porque alguien las puede copiar y aprovecharse de mi esfuerzo”
Es una reivindicación aparentemente lógica aunque muchos pensemos que el talento no es transferible, que la sabiduría que da la experiencia no se puede copiar, que las palabras sobre un documento no son exactamente conocimiento, o que pensar que la aportación de terceros no puede mejorar tu producto es algo entre la ingenuidad y la arrogancia. Si, pero…
Hay un pero respetable y es la falta de reciprocidad. Los que nos movemos en entornos “abiertos” estamos obligados a reconocer que por mucho que tú publiques, es más lo que recoges que lo que das. Es una cuestión de masa crítica. Y esa generosidad colectiva estimula (o al menos no bloquea) la propia. En su entorno, dónde aún reza la máxima de que la información es poder, esa compensación no se dará, o tardará mucho tiempo en ser equitativa y culturalmente aceptada.
Además nosotros reutilizamos con mucha más creatividad y libertad que ellos, sujetos a procedimientos y metodologías propias y rígidas que difícilmente se verán enriquecidas con lo que “encuentren” ahí fuera. Así que esa ventaja también se ve mermada.
Otro factor que influye es la administración del prestigio, la visibilidad, la reputación. La nuestra basada en la calidad de los contenidos y en la conectividad y la suya en el balance de su cuenta de resultados. Sus marcas y su capacidad comercial se desarrollan por mecanismos distintos a los que encontramos en la red.
Y quizás hay algo más que tiene que ver con las fronteras de tu foco de interés. Más allá de réditos, estrategias compensatorias y retornos, a mi me preocupa el mundo y si el conocimiento compartido ayuda colectivamente a avanzar hacia una mejor comprensión de nuestros retos como sociedad (evito especie, aunque es lo primero que he escrito), pues bienvenido sea el copyleft. Así es como yo entiendo la responsabilidad social corporativa de mi empresa unipersonal, algo difícilmente compartido por una organización como la de mi colega.
En fin, que me ha dicho que pronto se abre una cuenta en twitter, así que ya os lo presentaré para que me ayudéis a sacarle del lado oscuro de la fuerza.
Actualización 17/10/09:
Vía David Sánchez Bote
martes, 15 de septiembre de 2009
Pasión Artesana
Era mecánico tornero, y parece ser que de los mejores. Amaba lo que hacía.
Desde niño le apasionaban las formas que podía adoptar el metal. Su madre, siempre cuenta que se pasaba la vida remendando sus bolsillos que se rompían cada dos por tres, debido a que mi padre iba recogiendo por la calle tornillos, tuercas y demás golosinas, para desesperación de mi abuela.
Trabajó en la industria de forma eficiente y terminó de jefe de taller respetado y admirado por el personal, los proveedores y los clientes, pero frustrado por unas condiciones que le impedían hacer las cosas, todo lo bien hechas que merecían aquellas piezas que él trataba como si tuvieran vida.
Este verano he leído “El Artesano”, que se ha convertido en material de referencia y debate entre la comunidad de colegas cercanos. En él Sennet sostiene cosas así “Para el defensor de la calidad absoluta que hay en todo artesano, cada imperfección es un fracaso”.
Finalmente mi padre se armó de valor, dejó la industria, compró algunos tornos, fresas, taladros y otros cacharros para las segundas operaciones y montó un pequeño taller. Era conocido y reconocio en el sector(tenía una buena red), era un profesional de élite (quizás en un sentido distinto al que asociamos con facilidad esta palabra), y un sentido de la responsabilidad incorruptible. Le venían a buscar a su pequeña trinchera, ofreciendole trabajos mucho mas rentables pero el se quedó, y a pesar de que el negocio nunca fue un éxito, él era feliz.
Lo explica, volviendo a una referencia de Sennet, C.Wright Mills, sociólogo de mediados del s.XX: “El trabajador con sentido artesanal se compromete con el trabajo por el trabajo mismo; las satisfacciones derivadas del trabajo constituyen su recompensa; en su mente, los detalles del trabajo cotidiano se conectan con el producto final; …el trabajo se relaciona con la libertad para experimentar; por último, en el trabajo artesanal, familia, comunidad y política se miden en función de patrones de satisfacción interior, de coherencia y de experimentación”.
Convertimos nuestras habilidades (en el mejor de los casos) en una forma de ganarnos la vida, pero aunque sea atrevido y casi frívolo diré que la vida no te la ganas, la vives. Y si la vives con coherencia, disfrutando de lo que haces, encontrando aquello que te produce una extraña “satisfacción interior”, la vida está ganada.
Espero no dejarme a ninguno de los compañeros que están estos días hablando sobre la Consultoría Artesana. Aquí tenéis algunos hilos de los que estirar por si os interesa la reflexión:
Declaración Artesana
Soledad Artesana...dichosa soledad
Declaración de Consultoría Artesana
Aprender a aprender, aprender a ser, aprender a compartir
Consultoria Artesana, una Comunidad de Práctica
y a pesar de "Difícil que es la reflexión colectiva", estos y muchos otros, vamos avanzando en este debate milenario sobre el ser y el hacer.
martes, 25 de agosto de 2009
Buscando a Homero
El caso es que ha costado mucho encontrar los restos de uno y la atmósfera de la otra, y de alguna manera, finalmente, sus extrañas conexiones.
Al preguntar por Homero y su tumba, la gente se encogía de hombros. Muchos ni sabían de quien hablaba y otros daban instrucciones vagas, pero todos hacían una curiosa referencia a su madre. “Homero?, quien sabe, pero su madre era de Ios”, refiriéndose a ella como a una antigua vecina que han conocido por referencias directas.
Cuando hablé por primera vez con Terry, le hice la pregunta de rigor (a estas alturas deben conocerme por aquí como la pesada de Homero) y su respuesta fue delirante: “Ah Homero!, quien sabe. Quizás ni siquiera existió, pero su madre era de Ios” ;-!
No hay ningún transporte público para llegar a la tumba ni a sus alrededores. Pensé en alquilar una moto(pero me sentía insegura), un Quad(pero me sentía ridícula) y alquilar un coche para una persona me pareció un despilfarro, dilatado hasta no quedar más opción. Intenté formar un pequeño grupo entre los chicos que se tumban como zombis en la piscina todas las mañanas, pero ni sobornándolos con cervezas.
Entonces Maroussa, la dueña del hotel, me presentó a Terry, un londinense que lleva 30 años en la isla durante los cuales, ha montado varios bares, un restaurante mejicano, un centro de buceo y qué se yo. Acogió al equipo de rodaje de El Gran Azul. “Murió uno de los submarinistas, y juzgar por cómo acababan las noches, fue un milagro que no pasara nada más”.
Es de esas personas con las que acabas teniendo una conversación en forma de elipse infinita.
“El coche de Terry no es el mejor de la isla…pero..”, me había prevenido Maoussa.
Ayer fue el día señalado para la expedición a la que finalmente se unieron Gissele(Brasil) y Andrea(Rumanía). Nos subimos en la tartana de Terry y nos pusimos en marcha en busca de Homero.
La carretera termina frente al precipicio del cabo norte de la isla, en una región llamada Plakotos. Allí, tras recorrer un camino de tierra, se alza sobre un montículo de piedras, como un faro a navegantes, la losa dónde supuestamente yace el hijo de “la madre de Homero”.
Si aquel sitio no es su tumba real, la imaginación colectiva no podría haber configurado un lugar mejor. En la cima de una colina, frente al mar y rodeado de una nada tan absoluta y embriagadora que parece realmente un lugar a medio camino entre el mundo de los vivos y el de los dioses.
Teníamos previsto recorrer la isla y visitar lugares que no te explica ninguna guia (se lamentaba TErry), pero su coche se paraba cada ciertos quilómetros frente a una cortina de vapor que salía por el capó delantero. Fuimos agotando nuestras reservas de agua en el sediento trasto, pero la última explosión fue realmente violenta, así que las chicas pidieron ser llevadas al hotel.
Terry y yo seguimos trotando, visitamos las casas de algunos de sus amigos, abría con su llave las iglesias y los monasterios más perdidos, visitamos un antigua castillo en ruinas (no sabría decir de qué época) buceamos en Koumbara, comimos en una fonda que nos acogió como familia y fue desplegando ante mi, los secretos más fascinantes de la isla. Aludí a mi cumpleaños en la lucha por pagar la cuenta de la comida y a media tarde, me dejó sana y feliz en el hotel entre despedidas llenas de gratitud y complicidad.
Al caer el sol me dirigí hacia la montaña y me senté en una de las última piedras de la última iglesia de las que dominan la ladera de Chora. Al bajar, tras la puesta de sol, vi a lo lejos a Terry, en mitad de la cuesta, recostado sobre una piedra. Me miraba bajar en medio de la gente. Estaba allí, esperándome. Me sentí entre irritada por la “invasión” y contenta por volver a verle. La cortesía hizo el resto y me dirigí hacia él al llegar a su altura. “Soy muy viejo para subir tan alto” se disculpaba. Yo no entendía. Hasta que de una bolsa sacó dos latas frías de cerveza y un sobre “Happy Birthday, Maria”.
Efharisto Terry!.
domingo, 23 de agosto de 2009
Las noches de Chora
Las tradicionales casitas blancas se convierten en discotecas estrepitosas ante las que se agolpan chicos y chicas, ellas exuberantemente mini-vestidas, ellos vulgarmente semi-desnudos.
Las tranquilas calles empedradas que durante la tarde se llenan de sillas dónde gentes de todas las edades juegan al ajedrez o al backgammon, se transforman tras la puesta del sol en una pasarela por las que las chicas se tambalean sobre sus tacones y los chicos…también ;-)
Las puestas de sol, son no obstante el único (y sublime) momento del día de convivencia entre generaciones, culturas, foráneos y locales.
Como si convocaran un “todos a sus puestos”, apenas empieza a caer el sol, nos dirigimos en masa a los puntos más altos que tenemos a mano, para celebrar el espectáculo. Desde una colina vemos los grupos de la que tenemos enfrente, las terrazas, los tejados a los que la gente se encarama. Todos, con la mirada fija en el astro rey. Todo acaba con aplausos y euforia colectiva. Un poco “Paz y Amor” pero bonito, la verdad.
A partir de ese momento empieza el desenfreno. Me recomendaron unos cuantos bares locales, dónde no dejan entrar a turistas, y en mi imaginación se formó algo más acogedor –a pesar de las restricciones de entrada-, más comprensible –a pesar de la cultura- , pero alguien me recomendó no ir. “Los de aquí, son aún más salvajes que los de fuera”. Debe ser el viento, incansable, que zumba día y noche sin tregua, en la isla.
Chora es un espectacular enjambre de edificaciones bajas, apenas un par de pisos, encaramadas en la ladera de una montaña, de forma que sus calles son un laberinto de escaleras y cuestas empinadas que conectan los tejados de unas casas con los techos de otras. El espacio privado y el público se confunden. A veces una calle desemboca sin ninguna barrera visible en el patio privado de una casa y subiendo unas escaleras que parecería que conducen al primer piso de la vivienda, apareces en el nivel superior de un callejón público. Tardé un par de días en aprender el camino a “casa” sin perderme.
En las pequeñas ermitas que hay salpicadas por todo el pueblo, hay un cartel que dice algo así como “Prohibido subirse al techo [abobedado –un juego tentador, la verdad-]. Esto es un lugar sagrado que merece respeto. Y en cualquier caso, es peligroso para tu integridad física porque la bóveda es antigua y puede ceder bajo tus pies [por si el primer argumento era insuficiente]”. Mis rondas nocturnas, me han confirmado que ambos argumentos son tristemente insuficientes.
Una noche, siguiendo los consejos del dueño de la Taverna Nest, dónde ceno cuando el Katogi está hasta la bandera, encontré una plaza, dónde a partir de la medianoche, se descuelgan las guitarras y la gente corea canciones tradicionales. Los que no cantan mueven la cabeza y los labios siguiendo una letra incomprensible para mi, pero en el lenguaje universal de la música, nos invade un sentimiento común.
Señalé con el dedo la bebida que más circulaba por allí. El camarero exclamó un “UUuuhhhh” (yo sonreí ingenua), vertió miel en una jarra, le echó un líquido (después me dijo que era Grappa) un chorrito de limón y lo calentó al vapor de la cafetera.
Me abrasé la garganta, y se me licuaron los ojos, la música sonaba mejor, y con un par de vasos más me veía capaz hasta de entender las letras, pero a estas alturas una conoce sus límites así que me despedí a tiempo de mis decepcionados colegas de barra y volví a perderme camino de casa.
viernes, 21 de agosto de 2009
Katogi
Los primeros días había "subsistido" a base de empanadas de pita, crepes, o alguna comida apresurada y desencantada. Me sentía hambrienta y desganada a la vez. Hasta que una noche, me di de bruces con “Katogi”, desde fuera un patio escondido bajo unas escaleras, al que nunca entrarías sin intención de allanar morada ajena.
Al asomar la cabeza, una chica me hizo un gesto con el brazo y me invitó a sentarme en una de las mesas del patio. Un espacio al aire libre, cubierto por una enredadera y que antecedía a una casa antigua (casi una cueva) dónde se encontraba el restaurante.
Hay apenas una decena de mesas de madera serpenteando el callejón, enarbolado de macetas, farolillos, velas, coronas de flores, jaulas vacías. Otra dimensión: Dejar atrás el mundo de la musica-ruido, de la comida rápida y de las luces locas. Será otra “reserva protegida”, acogedora, sensual. Ella lo es, la mujer que me invita a entrar. Es joven, alta, espigada, atlética pero de formas suaves. El pelo negro y lacio le cae por la espalda agresivamente tatuada. Parece una rockera dura pero sus ojos verdes son dulces y alegres. Sin duda una de las mujeres más bellas que he visto en mi vida.
Me acomoda en una mesa pequeña entre el final del callejón y el inicio de la cavidad de la piedra. Mi asiento también es de piedra. Un montículo que sobresale de la pared y sobre el que hay una esterilla y un par de cojines de ganchillo. Sucios pero sin ofender.
Suena una música embriagadora. No sé que es, algo entre Demis Roussos i Dulce Pontes (que me perdonen todos los posibles aludidos). Una voz femenina que evoca todas las posibles veladas desde Cádiz a Estambul.
Después de concentrarme en la carta unos minutos, me rindo y dejo que ella me aconseje. Da igual, a estas alturas he decidido que cenaré aquí todas las noches y jugaré con cada una de estas delicias.
Escogemos un trozo de feta rebozado y servido sobre una lecho de miel y un arroz con champiñones y crema de queso.
Mientras espero, las mesas se van llenando. Todos se conocen, todos se saludan y se besan efusivamente, entre ellos y con la bella camarera. Me siento una intrusa. A pesar de las miradas complacientes y de sutiles gestos de saludo, me siento como si me hubiera colado en una fiesta a la que nadie me ha invitado.
A cada bocado que doy, siento como si la sangre volviera a mis venas. Suspiros ahogados en pudor. Exquisito.
Es difícil describir las sensaciones que esa comida causa en mi espíritu: por un momento, dejo de sentirme una extraña, como si el hecho de compartir con aquellos desconocidos el deleite gastronómico, nos uniera a todos en un rito ancestral.
La gente se levanta de una mesa y se acomoda en otra, como en las bodas, dónde tras el café o la tarta, los invitados rompen el protocolo que les ha hecho compartir mesa con aquellos que atendían más a un criterio (casi siempre delirante) de política familiar, que de afinidades personales.
Yo sigo en mi mesa, claro. Observo discretamente. Escribo. Y tras un tiempo prudente, pido la cuenta. Pasados los efectos del trance, vuelvo a sentirme fuera de lugar, porque esto no es un restaurante, es algo así como un club social. Insisto con la cuenta, Eva (el nombre provisional de la camarera) me ignora. Salta de mesa en mesa, se mueve tan rápido que parece que baile.
Vuelvo a insistir y esta vez señalo a la gente que espera mesa al final del callejón. Se detiene, me sonríe. “Tranquila. Tómate tu tiempo. Disfruta”. Debe ser un mantra del lugar (o debería serlo)
De vuelta, en vez de la cuenta, me trae una jarra de latón con vino. “Disfruta”. Me vuelve a sonreír y se aleja danzando entre las mesas.
miércoles, 19 de agosto de 2009
Manganari
Me decidí a ir porque es la más lejana de dónde estoy. El autobús ha de subir hasta el norte por la única carretera que hay y que una vez allí, hace un giro en forma de "1" y conduce al extremo sur, dónde está la playa en cuestión. No hay otra forma de llegar, si uno no tiene un yate privado.
El viaje, de una hora de duración recorre 25km de trayecto (no me salían las cuentas) y permite conocer casi por completo el interior de la isla. Esa inspección me interesaba porque quiero alquilar algo motorizado y subir más al norte del norte de hoy a buscar la tumba de Homero (que se ha convertido en una tonta obsesión). Me intimidaba el hecho de no saber cómo son las carreteras, si hay señalizaciones o sencillamente en qué dirección salir.
Todas las dudas despejadas. Apenas salimos de Chora, el autocar enfila una ladera y empieza a subir como en la primera, lenta y tensa escalada a la cima de una montaña rusa. A partir de ahí no hay más paisaje que montañas desiertas de roca, cubiertas de vez en cuando por un manto de arbustos bajos. No hay poblaciones en toda la isla, a parte de Chora y Ormos, un barrio que rodea el puerto.
Es curioso no obstante que la isla está poblada de pequeñas y radiantes ermitas, encaramadas a los riscos, sin caminos visibles que conduzcan a ellas y sin función aparente en este desierto.
En las bajadas, los frenos del autobús chirrían como si fueran los gritos un animal degollado. Me acomodo en el asiento, arrepintiéndome de haber escogido la primera fila. Empiezo a divagar con análisis estériles (lo hago también en los aviones) sobre cual sería el lugar más seguro en caso de accidente. Miro hacia abajo, la perspectiva no me da para ver el asfalto y bajo mi asiento, directamente el precipicio. ¿Cuántos habrán caído por ahí?. Busco en el fondo, restos de coches quemados o autobuses destrozados, como para confirmar mis paranoicas sospechas, pero no veo nada, solo rocas. Los deben retirar deprisa para no asustar a los turistas ;-[
El autobús sube y baja montañas peladas. El paisaje, a pesar de la monotonía es bellísimo. Debemos estar en la más alta, no creo que más de 1.000 mt, aunque parecen más altas por la desnudez del terreno. Se ve el mar en todas direcciones. Contrasta, lo inaccesible, protegida e imperturbable del interior de la isla, con la cesión a las “invasiones bárbaras” de las zonas de la costa.
Llegamos a Manganari. La playa, y sólo la playa, apenas un par de establecimientos. Uno más grande y confortable. En un extremo, una taberna hecha con troncos que en algún momento estuvieron pintados de azul y una pequeña cocina de piedra blanca. En la arena, unas sombrillas de paja y unas hamacas oxidadas (que nadie cuida y por las que nadie cobra), el mar y el silencio.
A pesar de que las montañas empiezan a muy pocos metros de la orilla, la playa es plana, la entrada al agua (cristalina, casi blanca) suave. Al fondo, la silueta de Santorini.
En el restaurante principal alquilan habitaciones “Dimitri & Helena’s Rooms”, así que si para alguien el paraíso tiene forma de playa tranquila, pescado fresco, queso feta y vino, que pregunte por Manganari.
lunes, 17 de agosto de 2009
The Party Island
La isla está tomada por jóvenes europeos y norteamericanos, que vienen a ella con el único propósito de vivir una juerga continua. Esto es la PartyIsland dicen, y supongo que con el tiempo, por una cuestión de selección cultural, todo en la isla está organizado alrededor de esta actividad.
Para una turista con alma de viajera, perfectamente indocumentada, con ganas de calma, historia, naturaleza y tradición, este no es el mejor lugar del mundo para dejarse caer, pero era consciente del riesgo de lanzarme a un viaje sin más preparativo ni previsión que cuatro clics en la web de Lastminute.
A pesar de todo, el ambiente irreal que se vive aquí, mezclado con la belleza de la isla, me hacen pensar que se presentan por delante días curiosos.
Yo voy con el horario cambiado: cuando yo me voy a dormir, para el resto del mundo empieza lo bueno. Las mañanas son tranquilas, puedo escoger hamaca en la piscina del hotel, y a medida que avanza el día, van apareciendo cuerpos esculpidos y bronceados que terminan su último sueño bajo el sol.
Yo los observo con mirada antropológica. Nos saludamos con cortesía pero nos sabemos de distinta tribu.
Antes de que reaccionen, yo he abandonado la piscina para irme a la playa. Es mejor ir por la tarde para que la montaña que hay que subir de vuelta, no esté encendida por el sol.
Descubrí esa playa tranquila, casi una cala inaccesible, por error. Cogí la carretera que lleva a la gran playa de Mylopotas, pero a medio camino vi un cartel de madera con unas letras a tiza que decían beach precedido de un nombre que entonces yo era incapaz de distinguir de Mylopotas (Kolitzani ;-. Kolitzani Beach), así que me desvié por un camino abrupto y tras media hora de incertezas resbalando por unos peñascos, apareció a lo lejos la salida al mar y una parte de lo que parecía una apacible playa. Ha sido por ahora el mejor descubrimiento de estos días.
Otras cosas están más difíciles. El turismo de jóvenes enloquecidos ha barrido cualquier atisbo de cultura autóctona. Aquí no hay nada que visitar ni ver, salvo la poderosa belleza natural de la isla, imperturbable al paso de modas y vicisitudes humanas.
La tumba de Homero, por quien he preguntado sin mucho éxito desde que llegué, se encuentra (me lo han explicado esta noche los camareros de la cena) en un lugar al que no llega el más mínimo transporte público, completamente dedicado a trasegar bañistas entre las grandes y concurridas playas de la isla. "Tendrás que alquilar una moto", me decían, entre avergonzados y divertidos.
Dadas las circunstancias, tendré que buscar un ritmo propio, al margen del que impone la actividad principal de la isla. Construir una pequeña rutina, una provisional cotidianidad, que de sentido a los días, y ayude a descubrir lo que hay debajo de esa capa superficial de apariencia insalvable y cegadora a los misterios de este lugar y sus gentes.
Ayer, caminando por un sendero, sin rumbo, me sorprendió una puesta de sol magnífica. Me quedé allí, sentada en la cuneta de un camino que bordeaba un acantilado, entregada aquella imagen sobrecogedora de el sol engullido por el mar.
Al volver sobre mis pasos, vi, a unos cuantos metros sobre mi cabeza, la terraza de un bar, desde el que pensé se debe tener una perspectiva privilegiada de las puestas de sol. Hoy la he visto desde allí, y quizás mañana vuelva a la misma hora. La camarera, después de charlar un rato, me ha escrito en un papel algunas playas que sólo conocen los de aquí y algunos bares “tradicionales griegos” en el pueblo, estos últimos reservas protegidas dónde no pueden entrar los turistas, pero me miraba y me decía que quizás yo sí. No he sabido si tomármelo como un cumplido o como una condescendiente conclusión de que mi aspecto y actitud, tan fuera de contexto, no representa ninguna amenaza para los lugareños.
Entre los libros de una planificada lista, que me he traído, uno, tan improvisado como el viaje. Se coló a última hora en la maleta: “Ébano” de Ryszard Kapuscinski, uno de los mejores compañeros de viaje con los que una se puede perder y que completa el paisaje emocional de mis primeros días aquí.
Kalinijta.
jueves, 30 de julio de 2009
Citas de verano
Es como ir corriendo a toda velocidad y de golpe detenerte contra una pared.
Cada año necesito unos días, difíciles, raros, para cambiar el paso.
En estos días (falta aquí un “querida amiga”), he recuperado amigos “abandonados”, conversaciones aplazadas, lecturas pendientes y mi cuerpo, malcuidado y entumecido que ahora dejo que el sol abrase, mientras me muevo por Barcelona con una bici recién estrenada, que me ha devuelto una sensación de libertad deliciosa.
La primera cita fue con Nicolás, mi querido profesor del instituto, aunque la etiqueta es ya insuficiente porque ahora es además un gran amigo y alguien que desde que nos volvimos a encontrar, ejerce cada vez más sobre mi, una influencia balsámica y reparadora que busco como un oasis en cuanto tengo el primer momento de calma. “Aterrizo en ti” le dije asustándole un poco creo.
Escuchó como un buen maestro, todas mis batallitas y me explicó historias conmovedoras sobre su relación con la escuela, la sociedad, la docencia, y los alumnos a los que ayuda a crecer como seres humanos tanto como profesionales.
La cita con Eva, fue un encuentro de mujeres, de aquellos en los que llegas a conclusiones sabias y terribles sobre los miedos, los esteriotipos, las relaciones, y los quesitos rosas!! sin los cuales, no ganas al trivial por muy puesta que estés en literatura, ciencias y otras materias.
Lidia se ha separado pero está serena, lúcida y dispuesta a envalentonarse con sus fantasmas y llevárselos de fiesta si es necesario.
Manel me llevó a una coctelería. Se está convirtiendo en un ritual. Y hablamos entre otras cosas, del necesario equilibrio entre la consultoria y el sexo ;-). A ver si llegamos a alguna conclusión en una cena pendiente.
Hoy el día empezaba con Maite Darceles y Ester Vidal, café y magdalenas para ambientar complicidades, agradecimientos y algunas propuestas, entre otras, elaborar un fondo documental común, dónde a falta de indicadores y métricas a priori, podamos recurrir a casos prácticos y éxitos demostrables de empresas que han arriesgado y se han beneficiado de modelos organizativos y productivos innovadores, basados en las personas y su conocimiento.
"Al vespre" me esperaban en su casa-estudio. Una fabulosa estancia en pleno casco antiguo de Barcelona, Malena, Enrique y Claudio . Nos conocimos en la sesión de debatdevi dónde hace una semanas presentábamos nuestros proyectos y nos intuimos cómplices.
Han pasado las horas como un fogonazo. Malena me prometió cava y terracita pero lo mejor ha sido, como era de esperar, la conversación. Su amplia casa abierta para aquellos que aquí y allá queremos recuperar el placer de la tertulia, dónde lo profesional y lo personal se mezclan sin remedio, dónde las ganas de compartir y de aprender superan diferencias técnicas (con algunos de esta lista aún no acabamos de comprendernos a qué nos dedicamos exactamente), y dónde la curiosidad por el ser humano y su capacidad de innovar para transformar su entorno, nos hace buscar siempre cómplices con los que conversar.
Entre unos y otros han configurado la lista de libros que hoy cargaba en la mochila y que me acompañarán ese verano:
- Pastoral Americana – Philip Roth
- El Yo Evolutivo – Mihaly Csikszentmihaly
- El Artesano – Richard Sennett . Un clásido en la red este verano!
- Yo, lo superfluo y el error- Lo último de Jorge Wagensberg
- Papeles Inesperados – Julio Cortázar
- Anatomía de un instante - Javier Cercas.
- Everything is Miscellaneous - David Weinberger
Sí, un exceso, pero no vendrá de uno.
Feliz verano a tod@s!
martes, 28 de julio de 2009
Conocimiento, Innovación, AGBAR
Volví de NYC justo a tiempo para moderar, orgullosa y agradecida por la invitación, la mesa de Gestión del Conocimiento en el marco de la “Semana AGBAR de la Innovación”.
“Este año el hilo conductor ha sido el tema AGUA y ENERGIA. También se han tratado temas transversales como la gestión del conocimiento, el modelo open innovation para capturar y desarrollar ideas, y como Agbar enfoca la transferencia de resultados de la investigación hacia una industrialización de productos y servicios con el conocimiento generado”
AGBAR apuesta fuerte por convertir el conocimiento en el motor de su estrategia comercial y en elemento clave de la calidad de sus operaciones. La organización está inmersa en una interesante transformación de un modelo basado en la gestión de activos, a un modelo orientado a la gestión del conocimiento.
Todo un reto para abordar sus dos principales estrategias de desarrollo: la expansión internacional, y la comercialización de nuevos servicios y soluciones.
Durante los últimos meses, y gracias a las conexiones cósmicas que identificó Maria Elena, he estado trabajando con ellos en el diseño de un programa de Gestión del Conocimiento; que identificara las iniciativas clave en este ámbito; que catalogara los dominios de la organización, aquellas áreas de conocimiento que es necesario proteger, desarrollar y difundir porque representan las competencias esenciales del negocio; y que propusiera algunas acciones de Gestión del cambio para facilitar todo el proceso.
Durante el análisis de buenas prácticas y casos de éxito, hemos estudiado e invitado al proyecto a tres representantes de referencia en el ámbito del conocimiento y la innovación en las organizaciones:
Jesús Martínez, que presento al Comité de dirección del proyecto, el Programa Compartim del departament de Justicia de la Generalitat de Cataluña, una de las jornadas estrellas de todo el proyecto. Qué se puede añadir sobre Compartim?. Creo que fue uno de esos casos en que se demuestra que organizaciones públicas y privadas tienen mucho que aportarse, desde sus diferentes perspectivas y condicionantes, para enriquecerse mutuamente.
El segundo caso al que nos aproximamos fue el de La Caixa y su proyecto Virtaula. De la mano de Gerard Velez y Laura Rosillo profundizamos en la transformación de un portal de e-learning a una plataforma de inteligencia colectiva, que los dos lideran de forma casi mágica. Laura, además, tuvo la gentileza de presentar el proyecto en la mesa de la SAI dedicada a la gestión del conocimiento. Empezó con este video que he encontrado en casa de Dolors Reig:
Interesante post sobre esta iniciativa de Ismael Peña-López haciendo crónica de su exposición en el Seminario de Competencias Digitales que Durante los días 16 y 17 de julio de 2009 se ha celebrado en el CCCB de Barcelona al amparo del Consorci Universitat Internacional Menendez Pelayo de Barcelona.
Otra de las experiencias que han centrado las actividades de benchmarking, ha sido el caso Telefónica I+D. LA primera vez que oí hablar del proyecto fue en el Curso de Sociedad Red, que se celebró en Barcelona el pasado mes de octubre, en una exposición de Carlos Domingo.
Durante el proyecto de AGBAR Oriol Lloret, nos explicó, como entienden la organización como un ecosistema en el que se mezclan cultura, herramientas, entorno de trabajo y estructura social, y cómo los procesos de innovación se están viendo favorecidos por cambios realmente espectaculares en cada una de las dimensiones antes mencionadas.
Su compañero Gerard Mula, estuvo también en la mesa, explicándonos iniciativas como la generación de ideas de abajo a arriba, la implantación de metodologías ágiles de desarrollo, la nueva configuración de puestos de trabajo, los “Living-labs” para el desarrollo y testeo de productos y servicios con el usuario final y la nueva organización basada en equipos por proyectos que rompen estructuras jerárquicas que puedan inhibir la motivación y el proceso para la creación de propuestas de valor.
La mesa de Gestión del conocimiento estuvo también compuesta por respresentantes internos de AGBAR como María Salamero, responsable de Gestión del Conocimiento en AGBAR, Jordi Gómez, secretrio general de Cetaqua y responsable de un buscador gráfico de reciente implantación en la empresa. Josep Maria Verdejo, de la dirección técnica y de operaciones que nos habló de la Red de Expertos de AGBAR, Alberto Bermudo, responsable de Proyectos y Sistemas de RRHH que nos explicó el nuevo portal del empleado y Carlos Campos, Director de I+D+i de AGBAR y director de Cetqua, que cerró la mesa y la jornada con una combinación poco común de emotividad y rigor.
Sobre el proyecto, preparé una presentación para explicar la experiencia de AGBAR en la jornada que organizó Jesús Martínez el pasado10 de julio, en el CEJFE , dónde nos reunimos una docena de expertos en comunidades de práctica, aunque todos nos apresuramos a matizar que de aprendices no pasamos, para reflexionar sobre la experiencia del programa Compartim y sobre los limites y posibilidades de estas figuras organizativas en la Administración Publica.
La presentación que utilicé no es el exactamente el proyecto AGBAR, por razones de respeto a la confidencialidad y porque en realidad, es el enfoque y metodología que mantiene este resumen, lo que creo puede interesar a otros que puedan aprovechar la experiencia y reutilizlar la información.
A una de las personas que más le debo a la hora de construir el proyecto es a Maite Darceles, gracias sus “Guías de la transformación" (estimulante “planfleto” que generó más de un debate) marcamos algunas líneas directoras del proyecto que luego sirvieron para imaginar iniciativas más concretas y aplicables.
Mañana he quedado con ella a tomar un café en Barcelona y aprender mucho de todo lo que me cuente, y explicarle Z-Project y cerrar un círculo!
Se abrirán otros, pero eso, será otra historia.