Ayer, pasé la tarde con Cora, mientras esperábamos la llegada de los demás. Vive cerca del aeropuerto en una típica finca berlinesa, con grandes puertas de entrada desde la calle, un patio-jardín interior repleto de bicis, una amplia escalera de madera…todo es grande aquí (es otra de las sensaciones que siempre tengo al llegar -especialmente si lo hago desde Barcelona-): las calles, los edificios, las plazas, las jarras de cerveza, los platos de comida… me reí al ver como sacaba su correspondencia de una de las exageradamente grandes cajas metálicas del panel de buzones.
Tomamos un café en casa para entrar en calor, y nos fuimos al lago Tegeler See en el noreste de la ciudad. El bosque que separa los últimos barrios de la ciudad del lago se prepara para recibir la primavera. La primavera aquí no llega, explota. Y se puede notar ya esa tensión entre el invierno arraigado y casi permanente y el festival de colores y de luz en que se convierte esta ciudad entre mayo y septiembre.
Dedicamos la tarde a charlar y a comer, con calma, como si no existiera el tiempo. A través de los cristales veíamos el lago, grisáceo, como una bandeja de plata, que acentuaba la sensación de atemporalidad. Al final tuvimos que correr para llegar a tiempo a una exposición sobre la arquitectura de Albert Speer, uno de los genios de los que Hitler se rodeó y que proyecto un impresionante complejo urbanístico nunca realizado, acorde con la ambición del régimen. Al ver la maqueta recordé el foro romano, pero a lo bestia (a lo bestia, no sólo en tamaño)
Yo estoy instalada en casa de Heike y allí fue también donde fuimos quedando todos para salir juntos a cenar. Las primeras conversaciones son siempre caóticas. Todo el mundo habla a la vez, con prisas por explicar cómo está, qué ha hecho. Se escucha poco, se habla mucho, y el ruido, las conversaciones superpuestas, y la falta de entrenamiento con el inglés, hace que pierda constantemente el hilo de las historias. It is allways like this.
Hoy todo era más fácil. Hemos ido a comer a un lugar increíble, en la Franzoesische Str., muy cerca de la Gendarmenmark .
Es un lugar, grande! y sobrio, un espacio diáfano y amplio pero con las mesas, curiosamente, muy juntas, excepto las que quedan separadas por enormes columnas de mármol. El restaurante se llama Borchardt y vale la pena ir aunque sea solo por respirar esa atmósfera representada tantas veces en películas ambientadas en la Alemania de la 2ª guerra mundial. Donde ahora están los lavabos y una sala de fumadores, había un bunquer y según el camarero, allí se celebraron importantes reuniones políticas.
La nuestra no era tan trascendental: yo les explicaba los últimos tiempos en Madrid y el nuevo proyecto de Autoritas, hemos hablado de cómo “el mundo está cambiando”, y la conversación ha derivado, lógicamente de la tecnología a la filosofía. El caso de UK es interesante (Kevin vive en Oxford), es uno de los países que más invierte en tecnología pero que menos beneficio relativo obtiene de ella. Él lo ha definido muy claro: “In the past, the government investments was based on the idea: This is the Money you have, now try to do your best. Now it is different, the current phisosofy is: ¿How much Money do yo need to try to do your best?”. Estoy de acuerdo con él en que ese enfoque contamina las voluntades e inhibe la creatividad.
Tras un par de horas de conversación sobre religión, política, valores, proyectos…los de la mesa de al lado han sucumbido a la curiosidad y han arrimado sus sillas para preguntarnos si éramos miembros de la iglesia de la Cienciología!!!. Ha sido su curiosa conclusión tras escucharnos discretamente. No sabría decir qué sensación predominaba en mi, si el desconcierto, la diversión o el espanto.
Hemos iniciado entonces un juego donde ellos intentaban adivinar qué hacíamos aquel grupo allí y nosotros respondíamos lo lejos que estaban de la realidad. Nos hemos ido sin aclarar la situación(por puro amor al juego), pero asegurando que no tenemos nada que ver con Tom Cruisse.
Al salir, nos hemos encontrado con una manifestación pro-china unificada y en contra de usar los juegos olímpicos como herramienta política. El slogan, “One World one Dream”, y suscribo, el problema es que todo el mundo tiene derecho a soñar y que todos los sueños merecen el mismo grado de respeto.
La tarde ha seguido sin sobresaltos, de café en café, de tarta en tarta, de tema en tema. Cada vez que alguien preguntaba, qué queréis hacer?, la mayoría respondía : just talk. Así que movíamos el culo de vez en cuado para cambiar la postura y el entorno, pero básicamente lo que hemos hecho ha sido just talk.
El día ha terminado en casa de Michael. Celebraban la fiesta de cumpleaños de su mujer (china!...hemos decidido no sacar el tema). Una gran casa, decorada con un estilo minimalista exquisito, donde se mezclaban decenas de personas de razas, orígenes, culturas y lenguas distintas. Paseábamos por la casa fascinados (yo al menos) y de vez en cuando volvíamos a hacer un círculo propio, como para descansar de la tensión de ser un extraño para los demás. En uno de esos momentos se nos ha acercado una mujer asiática de mediana edad. Nos ha preguntado curiosa, quien éramos, qué hacíamos allí, qué nos conectaba…a ella se lo hemos explicado. Ella nos ha contado también su historia: Se llama wendy es de Taipei y es interprete en los juzgados de Berlín, y su hijo, de quien ha hablado mucho más que de ella misma, está en la India, desarrollando una web que conectada con google maps permitirá compartir información entre-para viajeros. Kevin y yo nos hemos mirado sonrientes con los ojos abiertos como platos, le hemos pedido la dirección y nos ha hecho prometer que le daremos feedback.
La misma mujer nos deleitaba un par de horas después bailando un tango con su compañero, un chileno afincado en alemania desde hace 20 años, en una de esas escenas vitales que difícilmente puedes olvidar.
La pasión que han despertado en todos, ha hecho que la fiesta, a partir de entonces fuera realmente un fiesta, un espacio en el que todos hablaban con todos, se relajaban las formas y se podía pensar por un momento aquello de “One World one Dream”
La nuestra no era tan trascendental: yo les explicaba los últimos tiempos en Madrid y el nuevo proyecto de Autoritas, hemos hablado de cómo “el mundo está cambiando”, y la conversación ha derivado, lógicamente de la tecnología a la filosofía. El caso de UK es interesante (Kevin vive en Oxford), es uno de los países que más invierte en tecnología pero que menos beneficio relativo obtiene de ella. Él lo ha definido muy claro: “In the past, the government investments was based on the idea: This is the Money you have, now try to do your best. Now it is different, the current phisosofy is: ¿How much Money do yo need to try to do your best?”. Estoy de acuerdo con él en que ese enfoque contamina las voluntades e inhibe la creatividad.
Tras un par de horas de conversación sobre religión, política, valores, proyectos…los de la mesa de al lado han sucumbido a la curiosidad y han arrimado sus sillas para preguntarnos si éramos miembros de la iglesia de la Cienciología!!!. Ha sido su curiosa conclusión tras escucharnos discretamente. No sabría decir qué sensación predominaba en mi, si el desconcierto, la diversión o el espanto.
Hemos iniciado entonces un juego donde ellos intentaban adivinar qué hacíamos aquel grupo allí y nosotros respondíamos lo lejos que estaban de la realidad. Nos hemos ido sin aclarar la situación(por puro amor al juego), pero asegurando que no tenemos nada que ver con Tom Cruisse.
Al salir, nos hemos encontrado con una manifestación pro-china unificada y en contra de usar los juegos olímpicos como herramienta política. El slogan, “One World one Dream”, y suscribo, el problema es que todo el mundo tiene derecho a soñar y que todos los sueños merecen el mismo grado de respeto.
La tarde ha seguido sin sobresaltos, de café en café, de tarta en tarta, de tema en tema. Cada vez que alguien preguntaba, qué queréis hacer?, la mayoría respondía : just talk. Así que movíamos el culo de vez en cuado para cambiar la postura y el entorno, pero básicamente lo que hemos hecho ha sido just talk.
El día ha terminado en casa de Michael. Celebraban la fiesta de cumpleaños de su mujer (china!...hemos decidido no sacar el tema). Una gran casa, decorada con un estilo minimalista exquisito, donde se mezclaban decenas de personas de razas, orígenes, culturas y lenguas distintas. Paseábamos por la casa fascinados (yo al menos) y de vez en cuando volvíamos a hacer un círculo propio, como para descansar de la tensión de ser un extraño para los demás. En uno de esos momentos se nos ha acercado una mujer asiática de mediana edad. Nos ha preguntado curiosa, quien éramos, qué hacíamos allí, qué nos conectaba…a ella se lo hemos explicado. Ella nos ha contado también su historia: Se llama wendy es de Taipei y es interprete en los juzgados de Berlín, y su hijo, de quien ha hablado mucho más que de ella misma, está en la India, desarrollando una web que conectada con google maps permitirá compartir información entre-para viajeros. Kevin y yo nos hemos mirado sonrientes con los ojos abiertos como platos, le hemos pedido la dirección y nos ha hecho prometer que le daremos feedback.
La misma mujer nos deleitaba un par de horas después bailando un tango con su compañero, un chileno afincado en alemania desde hace 20 años, en una de esas escenas vitales que difícilmente puedes olvidar.
La pasión que han despertado en todos, ha hecho que la fiesta, a partir de entonces fuera realmente un fiesta, un espacio en el que todos hablaban con todos, se relajaban las formas y se podía pensar por un momento aquello de “One World one Dream”
1 comentario:
Creo que os lo más bonito que has escrito en este blog.
Besos, sister.
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