lunes, 9 de febrero de 2009

Un día femenino

Vengo de una comida-reunión de negocios. De negocios con mujeres.

No suelo hacer apología de la feminidad. Puede parecer desagradecido con generaciones anteriores o insensible a una realidad dónde aún hace falta discriminación positiva, pero siempre he pensado que el mejor tributo a la lucha de las/los que me precedieron es una silenciosa normalidad y un conquistar haciendo más que reivindicar explícitamente aquello del womenomics que tan bien explican otros.
Una posición discutible (la mía) en cualquier caso.


Como antecedentes, decir que jamás he sido muy consciente de mi propio género (en el terreno profesional, claro, que humana sí que soy). Un entorno profesional que desde la escuela, fue predominantemente masculino. Ni del propio ni del ajeno.
Igualaba a las personas por sus características humanas y profesionales y distinguía poco entre hombres y mujeres, incluida yo misma.


Decir también, que cuando me he encontrado con mujeres, muy pocas veces, por no decir ninguna, se ha establecido esa rivalidad tan tópica que nos hace parecer fierecillas descontroladas para deleite de algún misógino atormentado. Al contrario, los celos, la competitividad mal entendida, los golpes bajos, han caído más de hombres que de mujeres, y esto no es una agresión a los hombres, es una defensa de ellas, con la que es más habitual la complicidad y la colaboración que la discordia.


Hoy he conocido a dos mujeres empresarias, emprendedoras, inteligentes, sensibles, comprometidas socialmente, con la que he compartido intereses, proyectos y visión del mundo y de los negocios. Y no he podido evitar sentir, entre otras cosas, que se establecían entre nosotras flujos de comunicación, sensaciones y complicidades, condicionadas por el hecho de ser mujeres.
Cuesta explicarlo mejor sin entrar en el detalle de una conversación riquísima, que no viene al caso aquí.

No desvelaré su proyecto, no antes de que lo hagan ellas (y ellos que también los tienen) o de que nuestra relación profesional me permita tener mejor criterio sobre sus estrategias de comunicación. Pero están convencidas de que tienen el coraje, la experiencia y las competencias para cambiar el mundo, o al menos, el pedazo de mundo en el que les toque influir, y pisan fuerte y con conocimiento de causa.

En fin, una lección y un placer.

Subía en el autobús Paseo de Gracia, en un día soleado y cálido en Barcelona. Los escaparates lucían ya los colores pasteles que vestirán esta primavera, y yo sonreía sin saber muy bien por qué.

4 comentarios:

Julen Iturbe-Ormaetxe dijo...

Pues va a resultar que en un mundo empresarial de hombres (las cosas como son), las mujeres sois algo así como una gran esperanza para cambiar algunos monstruos que hemos engendrado entre todos.

Odilas dijo...

Los cambiaremos también entre todos ;-!

Anónimo dijo...

Un poco tarde, pero espero que a tiempo. Soy una de las dos mujeres que tuvieron el placer de compartir comida-reunión de negocios contigo. Gracias por tu delicioso comentario: todo un regalo después de un encuentro enriquecedor y, sí, seguramente muy femenino. Que la casualidad (¿o el hado?)nos proporcione la ocasión de encontrar personas con proyectos tan cercanos nos remite a lo que dijimos: debemos estar en lo cierto, en el "buen camino".
Gracias también por tu discreción, pero nuestro proyecto ya es público, y os invito a ti y a todos/as los/as que compartís este espacio a conocerlo en htt://www.aliusmodus.com y a participar en nuestro blog.
Un abrazo cordial, con la ilusión de reencontrarnos pronto

Odilas dijo...

Nunca es tarde Marta, la blogosfera disfruta de una inmediatez abrumadora, pero también deja constancia escrita que recuperar en el tiempo, así que eso, gracias por pasarte por aquí.

Enhorabuena por vuestro proyecto y vuestro nuevo espacio. Buenos lugares donde seguir conversando.

Un abrazo y hasta pronto.