viernes, 6 de abril de 2012

Una noche en París

Al llegar al mostrador me dijeron que el vuelo a París (dónde hacía la conexión a Santiago), saldría con una hora de retraso, debido a una huelga inesperada de controladores aéreos en Francia (yo que volaba con AirFrance para evitar “esperados” problemas con Iberia)
En ese momento se debería haber encendido una lucecita en mi cabeza, decidir evitar el espacio aéreo francés, y coger el primer vuelo a Madrid, de dónde esa noche salían también vuelos a Chile. Pero el optimismo (y la incomprensible falta de información) de la mujer de facturación se unió a mi inconsciencia y ambas coincidimos en el hecho de que por la misma razón que se retrasaba el primer vuelo, también allí, el de Santiago, saldría con retraso. Eran las 6 de la tarde y todo parecía posible.

Llegué a París a las 4h de la mañana. Por supuesto el vuelo a Santiago hacía horas que se había largado. Información que sólo tienes al llegar a París, así como de nuevos enlaces y posibles alternativas. Desde El Prat nadie pudo decirme nada, salvo de vuelos locales. “No tenemos información de lo que pasa en París”. Parece increíble que en 2012 los aeropuertos no “se hablen”. Las líneas aéreas sí, de forma transversal, pero cierran taquillas y servicio telefónico a sus sagrados horarios, aunque el tráfico aéreo europeo sea un polvorín.

En París, un Charles de Gaulle fantasmal, dimos varias vueltas hasta encontrar el mostrador de recolocación para conexiones perdidas.
Sueño y cansancio, pero relativizando (esto no son problemas). Seguramente pasaríamos noche en Paris, y nos meterían en el primer vuelo a chile. Aún llegaría con algunas horas de margen para el segundo vuelo hacia Atacama, que ya cambié desde BCN, en previsión de la pérdida del primero.

Pero el primer vuelo a Santiago, no saldría por la mañana, sino a las 23 h del día siguiente. Perdía de nuevo Atacama, y de premio de consolación, pasaría un día en París.

Nos metieron en un autobús. París –nos dijeron- , o los hoteles de los alrededores, estaban llenos, así que nos llevaban a EuroDisney. El autocar paró delante de algo parecido a un Saloon del lejano oeste. Yo pensaba que sería la falta de sueño, pero no. Un señor vestido de cowboy nos hizo el registro, nos enseñó la taberna dónde desayunaríamos y nos indicó el camino de nuestros aposentos.

Me levanté pronto, me apresuré, mientras esquivaba chiquillos enloquecidos, a escoger el desayuno del buffet, y me fui a la parada de autobús que llevaba al parque. De allí sale en tren hacia París. Antes en la tienda de souvenirs, compré una mochila (una de Micky Mouse en colorines –sin opciones-) para poder cargar a la espalda, el peso de mano, durante la larga jornada que se presentaba.

París, majestuoso. No había ido nunca. Es una ciudad asequible, que esperaba una buena oportunidad para ser visitada. Supongo que la oportunidad se había impuesto.
Abarcar París en un día es una osadía, pero me fui con buenas sensaciones: Visto lo “im-perdible”, callejeado sin rumbo, saboreado pausas, cafés, terrazas y sin stress pero sin parar.

Aterricé en Santiago sin saber si seguiría hacia Atacama.
Le había dicho a la del hostal de San Pedro que si tenía la oportunidad de alquilar mi habitación, lo hiciera, y había perdido ya dos vuelos hacia allí.
Pienso que hay que resistirse poco a como vienen las cosas. Hacía tiempo que quería ir a Atacama y esta parecía ser la oportunidad más fácil y menos costosa, pero quizás no debía ser.

Al llegar al mostrador de LAN y dar las penosas explicaciones, la mujer me dice que estoy en lista de espera en un vuelo que sale para Calama en una hora. “sin coste adicional?”. “No señora, sin coste, pero tiene que facturar ya si aún quiere volar”. Le pido unos minutos, los necesarios para verificar si aún tengo habitación y buscar la consigna del aeropuerto para dejar la maleta grande con mi equipaje para el resto de mi estancia en Santiago.

Sandra, la regenta del hostal, me dice que me acabe de enviar un correo, que aún tengo la habitación. Que tenemos telepatía. Que todo son señales. Que vaya!
Facturo en el last minute, y un par de horas más tarde una furgoneta me lleva a través del desierto hasta San Pedro de Atacama.

El furgón se para frente a una casa de paredes de barro y techos de paja. Sobre el gran portón de madera, un letrero anuncia la llegada a mi destino. “Incahuasi

5 comentarios:

Francesca dijo...

Lo del mal servicio de las compañías aéreas lo tenemos asumido como algo normal, pero en realidad lo que cuentas se parece más a un guión de los hermanos Marx que a otra cosa y pasa muy a menudo (recuerdo una época en la que la "moda" era que tú volases a Viena, un suponer, y tus maletas a Bilbao... y también lo asumíamos sin rechistar).

Pero lo cierto es que París bien vale eso y más. Ahora que ya lo has visitado, no te resistirás a regresar con calma, hay mucho que ver en esa ciudad y mucho que vivir.

Incahuasi tiene una pinta increíble. Ya nos contarás. Descansa y disfruta. ¡Esperamos tus crónicas de esas excursiones!

José Miguel Bolívar dijo...

Vaya aventura, compañera! Al menos has podido conocer algo de París y, considerando que ha sido durante una huelga de controladores franceses, has llegado a destino con un retraso "estadísticamente normal" ;-)
Descansa y disfruta, que luego tendrás que contarnos muchas cosas.
JM

Kimi dijo...

No hay mal que por bien no venga! A disfrutar!!!!

Odilas dijo...

Sí, Francesca, muy surrealista el viaje, pero finalmente todo ha fluído. Descansar no mucho pero he disfrutado. Ahora a descansar unos días en Santiago jaja.

JM, gracias por pasarte por aquí y ponerle métricas al asunto :D. Un abrazo.

Gracias Kim, nos vemos a la vuelta. Un abrazo

Cristian dijo...

Yo tuve la posibilidad de conocer Paris de una manera casual también y me fascino. Por eso ya estoy planeando mis próximas vacaciones allí, ya tengo pasajes y hoteles en parís para el próximo verano y espero que todo sea maravilloso