miércoles, 7 de abril de 2010

Imagina una [no]empresa de consultores...

Estos días leía a Nacho y casi me lo podía imaginar, como le he visto hacer en alguna ocasión, incorporarse de la silla y rotular en una pizarra un esquema que permita consolidar un estadio conceptual, para seguir avanzando en el debate, tras la momentánea victoria de la razón.

SE pregunta Nacho si puede existir una empresa de consultores en la que…

Recupero su texto para reformular la pregunta:
Puede existir una [no]empresa – Red?


Porque empresas-RED, organizaciones abiertas…ya lo son, afortunadamente casi todas. A estas alturas las empresas, dependiendo de su tamaño y vocación tienen un número de personas “internas” y una extensa red de colaboradores que les aportan flexibilidad y diversidad en sus proyectos. Y esto es tan real en pymes como en grandes corporaciones, obviamente con dinámicas e intensidades distintas. Pero nadie sobrevive ya en fortalezas ajenas al mundo.


La duda es hasta dónde se estira el modelo, cuanto da de sí la concepción de una RED como comunidad productiva estable. Y digo productiva, porque no es lo mismo intercambiar afinidades, conocimiento y experiencias que organizarse para trabajar; y no es lo mismo, colaborar puntualmente, que construir un entorno estable que permita una alta interacción entre nodos, que formen algo parecido a un Equipo.

Ante esa necesidad, se montan empresas y para no hacerlo, si es que hay que dejar de hacerlo, hay que estar dispuesto a algunas renuncias:

Adiós a aquello del sentido de pertenencia. Una red es la suma de las personas (y su pertenencia a sí mismas) que la forman. No hay nada mas. Puede parecer poco romántico, pero es así. Si me voy de picnic con un colega es porque me gusta ese colega, no porque pertenecemos a alguna entidad común que nos trasciende.

No posees a nadie. Las personas se vinculan a proyectos que les interesen y a entornos estimulantes personal y profesionalmente. Tu supuesto equipo es una panda de “agentes libres”. Esa es su principal riqueza y a la vez su potencial desintegración.

A las jerarquías. Hay organización (y mucha) pero no estructuras. La organización es más compleja aquí, porque las cadenas de mando simplifican las relaciones (obedecer es simple, entenderse complejo)

A las plusvalías. Cada uno pone su precio. Lo único que marca el valor del trabajo de las personas es el mercado y ellas mismas. Ellas gestionan el equilibrio entre la oferta (la suya) y la demanda, y el precio es obviamente, una variable para esta ecuación.

No hay bienes colectivos, salvo el conocimiento, pero este ha de ser el neurotransmisor que cohesiona toda la Red. Sin restricciones, sin reticencias, sin “peros”. Cuanto más sabia sea tu red, mejor para ti.

No tienes departamentos de soporte, pero si se han “juntado” perfiles complementarios, cada uno puede centrarse en lo que realmente hace bien y “pasar” el resto de tareas al especialista que toque…Podría ser una coreografía perfecta ☺


No será fácil interactuar con el entorno. Como dice Wagensberg las formas contienen información sobre la función y predisponen a la inteligibilidad. Una S.L. una S.A. tienen unas funciones y unas prestaciones claramente valorables por el entorno. Una red, desde la perspectiva institucional, legal, económica, financiera…tiene forma de nodo.
Michael Bauwens en una ponencia que recogí aquí, habla (en la presentación) de la fricción entre producción P2P (en comunidades) y el mercado y las instituciones


Hay ventajas, claro!, todas las que deja caer Nacho y una por encima de todas: jugar con nuevos modelos ya que el mundo nos ha puesto patas arriba los que conocíamos.
Son tiempos de crisis (y la económica parece la menos relevante)…y estamos condenados a jugar.

15 comentarios:

Valera Mariscal dijo...

Muy de acuerdo, Odilas.

Creo que la organización en red es una alternativa que se presenta con perspectiva de éxito. Tiene futuro, y esta teniendo presente.

Yo mismo trabajo en una red de profesionales de recursos humanos (www.abilitae.com) desde hace algunos años, además de trabajar independientemente.

Yo incluiría una ventaja y es la eliminación de funciones directivas de supervisión que en las organizaciónes habituales, en muchos casos, no se hace para otra cosa que para justificar su estatus "de jefe".
Creo que los profesionales en red, son suficientemente maduros para no necesitar más que la auto-supervisión y, en todo, caso cuando es necesaria desde fuera es proporcionada por la propia red que se retroalimente constantemente.

Además, yo añadiría las ventajas que tiene para el cliente: mayor agilidad, capacidad de adaptación y en cierto modo pueden personalizar el proveedor en función de las necesidades de concretas de los proyectos.
Uno a esto las ventajas de comunicación, pues se eliminan los intermediarios que no aportan valor.
Y esto, finalmente, puede repercutir en algunos casos en ventajas económicas también para el cliente.

Sin embargo, creo que aún los clientes están un poco verdes ante este cambio, este modelo nuevo de organización. Naturalmente, los que primero vienen antes se benefician. Poco a poco y con el boca a boca de los buenos resultados, nos vamos abriendo camino y terminarán atrapados en la red ;)

Manel Muntada dijo...

Quizás te parezca un poco prosaico pero lo que me preocupa no es tanto la complementariedad de los perfiles en una supuesta red como su disparidad. Entiendo que especializaciones o ámbitos de actuación muy alejados producen colateralmente un enriquecimiento básicamente en lo que respecta a innovación metodológica [por aquello que comentaba Amalio Rey en Málaga: la hibridación] pero también es verdad que, a la hora de impulsar un proyecto de colaboración donde se requiere experiencia y capacidad técnica para implantar soluciones, puedes encontrarte más solo que la una… Sé que en el post no te refieres a eso en concreto pero, francamente, esa complementariedad es lo que me preocupa ahora [preocupación que no intento trasladarte…]: cómo montar una red de consultores donde la disparidad no sea un tapón?

Manel Muntada dijo...

Perdona [pesadito que estoy…] reformulando la pregunta: ¿cómo montar una red de consultores donde la disparidad no sea un problema? ¿Como hacer que la red no se constituya en un tapón como para poder contrarrestar una gran divergencia de ocupaciones/ámbitos de actuación?
Muy bueno el post!!!

mkl dijo...

En ocasiones, sin embargo, veo redes de grandes mentes que sólo hablan sobre redes (y me incluyo como parte) ;-)

Y, aunque hablar y escribir son actos y resultados, lo son en el mundo de la razón. Deberíamos salir de la caverna de PLatón de una vez, ¿no?

Pero seguimos, seguimos... :-)

Odilas dijo...

Hola VAlera, y bienvenido!. Buenos apuntes los que haces. Te has dejado unas prudentes comillas en ["Atrapados" en la red], pero nos entendemos. Gracias por pasarte.

Venga Manel, arráncate con otro post (reformulador) y seguimos el meme.

Oye Mkl, quieres que te enseñe las manos? :)

José Miguel Bolívar dijo...

Comparto la preocupación de Manel y el apunte de Miquel. Creo que es necesario que haya transparencia (es más, diría que nitidez) sobre la experiencia, capacidad técnica, incluso preferencias de actuación entre los miembros de la red. A lo mejor es un paso más en la dirección hacia la salida de la caverna...

Amalio A.. Rey dijo...

Me apunto a jugar. Disparemos la imaginación, María Jesús. Todo es posible a menos que se demuestre lo contrario, pero lo que he visto hasta ahora pone en entredicho tus dos inteligentes distinciones.

Esas “redes-no-empresas” están muy lejos todavía de ser tan “productivas” y “estables” como las empresas u otros tipos de entidades que cuidan lazos más orgánicos.

Otra matización quisquillosa de las mías: una cosa es una empresa-que-externaliza-y-subcontrata fuera, que de esas tenemos en todas partes, y otra bien distinta es una “empresa abierta”, que es el buen ejemplo (minoritario, eso sí) que tendemos a ignorar sistemáticamente. La primera trabaja con proveedores, la segunda construye redes estables de colaboradores, y los trata como tales.

Estoy totalmente de acuerdo con la distinción que haces, y añado. Juntarse para trabajar con una disciplina, unos plazos y un cliente que exige resultados, y hacerlo además con un sentido de continuidad, supone una red de orden superior, que de acuerdo a mi limitada experiencia no se consigue con una visión tan individualista.

Para mí está claro. Sin sentido de pertenencia no hay una red cohesionada, estable y productiva como la que imaginas. Para irse de picnic con un colega es suficiente con que te guste, pero para trabajar (dijiste que había que ser “productivos”) se necesitan muchos otros ingredientes.

Lo que no entiendo es por qué planteas el sentido de pertenencia como un acto de renuncia tan doloroso. Discrepo que el sentido de pertenencia implique suponer que hay una entidad que nos trasciende. Puede ser una elección voluntaria precisamente porque nos guste ser parte orgánica de ese grupo, compartir inquietudes comunes y un sentido vital de propósito, ¿y por qué no?

Una red que funciona bien no puede ser “la suma de las personas y nada más”. No quiero hacer demagogia, pero somos seres sociales, no pertenecemos solo-a-nosotros-mismos porque estamos enlazados por múltiples dependencias.

Pero además, si (como pienso) la esencia de una red es generar y aprovechar sinergias, éstas no se producen por generación espontánea, sino que exigen un proceso de construcción de confianza y de compromiso. Bastante sudor hay que derramar, por mal que nos pese.

Y desde luego, si quieres una red “estable”, y no colaboraciones puntuales, ese sentido (voluntario) de pertenencia hace de fuerza centrípeta para que esa conexión no sea flor de un día.

En la auténtica empresa abierta tampoco tienes que “poseer” a nadie, ¿quién “posee” a alguien con talento en estos tiempos? Por lo tanto, el ideal de la "panda de agentes libres" es compatible con un modelo de organización que respete la libertad y se centre en las personas.

Por supuesto, al final pesa mucho la personalidad y las neuras de cada uno. Algunos somos más sociales que otros. A unos les obsesiona más el estigma de la pérdida de independencia, mientras que otros aceptan con agrado ceder autonomía a cambio de un sentido más colectivo de lo que hacen. Si la idea es tener un menú amplio para elegir, pues que cada cual opte por su favorito.

Siendo, como sabes que soy, un amante y practicante de las redes, intento ser realista y reconocer sus limitaciones. La caverna de Platón (que cita Miquel) es ensoñadora, admite de todo. Pero la realidad que yo he visto, muy cercana por cierto, me dice por ahora otra cosa.

Joanka dijo...

Excelente post!
Da ganas de "enredarse".
;-)

Odilas dijo...

Sí JM, pero yo es que no me imagino una red dónde eso no ocurra. No hay nada más revelador que la convivencia, que el trabajo cotidiano.
Quizás es que las redes no se construyen, simplemente son...ui, ahora creo que he vuelto a entrar en la caverna :)
Un abrazo

Odilas dijo...

Gracias Juanka!...como si no lo estuvieras.


Hola Amalio, añoraba tus apuntes :).
Sólo intento, como decía en el post ver hasta dónde da de sí el modelo. Jugar con entidades alternativas a las empresas. Hay empresa maravillosas y empresas trinchera...pero hay algo más?
Gracias de verdad por los comentarios, me dan que pensar.
Un abrazo colega.

Alberto Blanco dijo...

María Jesús, desde luego es una reflexión potente.

Sin embargo tengo que reconocerte que me pierdo en algunas de las renuncias que comentas que hay que hacer.

Desde el punto de vista administrativo la principalmente diferencia que existe entre un grupo de personas que trabaja en una empresa y un grupo de personas que trabajan en una noempresa-red, es que existe un contrato, o unas escrituras. Nada más.

No entiendo bien que si eliminamos ese "papel", el grupo de personas de la noempresa-red tenga que renunciar a todo lo que comentas, por ejemplo a las plusvalías. Los clientes de forma natural por garantizar su seguridad, terminarán percibiendo a la la noempresa-red como una única entidad, y demandarán coherencia, entre otras cosas sobre el precio.

Otro ejemplo es el el sentido de pertenencia, el sentido de pertenencia creo que en cierto modo es necesario, aunque a veces las personas lo confundamos con el sentido de la propiedad, que sí es más nocivo, y que se evidencia habitualmente en las empresas.

En fin, tu post da para mucho.

Muchas gracias.

Nacho Muñoz dijo...

El debate se estira.

Coincido con la mayor y matizo algún punto:

1. Sentido de pertenencia: parece que me alineo con lo que piensan Amalio o Alberto más arriba. Si se es miembro de una organización, tengo un sentimiento hacia esa organización. Y es porque pertenezco a esa organización. En definitiva, hay un sentido de pertenencia que comparto con otros sobre algo que nos trasciende y que, a su vez, nos une a todos.

¿Por qué renunciar a sentirse miembro de un grupo? Otra cosa es que por el hecho de pertenecer ya se me obligue a actuar de una forma con la que no me sienta identificado, pues eso no se sostendría en el tiempo.

2. Plusvalías Si se trata de una panda de agentes libres, que actúan de forma autónoma y que se unen bajo unas siglas para determinados proyectos, perfecto. Cada uno que ponga su precio. En el artículo que yo escribía iba más encaminado a pensar en una organización paraguas (¿utópica?) que recogiera un esfuerzo unísono que refrendara unas plusvalías equitativas entre sus miembros.

No obstante, proyectos de similar naturaleza con precios significativamente dispares puede dar lugar a confusión en el entorno, como dice Alberto.

3. Bienes colectivos: insisito, pensando en una panda de agentes libres, no tiene sentido disponer de más propiedades que el propio conocimiento que se comparte. ¿Pero por qué habría que renunciar desde el primer momento a fondos (económicos o no) que permitieran acciones futuras con los mismos? Al formular la pregunta no es que me posicione, es que sencillamente expongo mi duda.

4. Complementariedad vs Disparidad El comentario de cumClavis y el apunte de JM Bolívar merecen una (pre)ocupación. Se corre el riesgo de crear redes desde la afinidad y no desde la complementariedad dispersa de sus miembros. Menospreciar el alcance real de las experiencias y las capacidades técnicas de todos es un requisito para la colaboración efectiva en un mercado real.

Seguimos...

Nacho Muñoz dijo...

El debate se estira.

Coincido con la mayor y matizo algún punto:

1. Sentido de pertenencia: parece que me alineo con lo que piensan Amalio o Alberto más arriba. Si se es miembro de una organización, tengo un sentimiento hacia esa organización. Y es porque pertenezco a esa organización. En definitiva, hay un sentido de pertenencia que comparto con otros sobre algo que nos trasciende y que, a su vez, nos une a todos.

¿Por qué renunciar a sentirse miembro de un grupo? Otra cosa es que por el hecho de pertenecer ya se me obligue a actuar de una forma con la que no me sienta identificado, pues eso no se sostendría en el tiempo.

2. Plusvalías Si se trata de una panda de agentes libres, que actúan de forma autónoma y que se unen bajo unas siglas para determinados proyectos, perfecto. Cada uno que ponga su precio. En el artículo que yo escribía iba más encaminado a pensar en una organización paraguas (¿utópica?) que recogiera un esfuerzo unísono que refrendara unas plusvalías equitativas entre sus miembros.

No obstante, proyectos de similar naturaleza con precios significativamente dispares puede dar lugar a confusión en el entorno, como dice Alberto.

3. Bienes colectivos: insisito, pensando en una panda de agentes libres, no tiene sentido disponer de más propiedades que el propio conocimiento que se comparte. ¿Pero por qué habría que renunciar desde el primer momento a fondos (económicos o no) que permitieran acciones futuras con los mismos? Al formular la pregunta no es que me posicione, es que sencillamente expongo mi duda.

4. Complementariedad vs Disparidad El comentario de cumClavis y el apunte de JM Bolívar merecen una (pre)ocupación. Se corre el riesgo de crear redes desde la afinidad y no desde la complementariedad dispersa de sus miembros. Menospreciar el alcance real de las experiencias y las capacidades técnicas de todos es un requisito para la colaboración efectiva en un mercado real.

Seguimos...

Odilas dijo...

Hola Alberto, gracias por tus apuntes. En realidad, es un juego lo de las renuncias. EStá expresado así por provocar :) pero para mi, son bendiciones.
Sobre el precio, no creo que tenga nada que ver con la coherencia. Si cada proyecto es único, en mi opinión es siempre todo felizmente incoherente...lo demás, lo marca el mercado.
Me haces pensar sobre el tema de sentido de pertenencia. Quizás matizo. Supongo que es algo (lógicamente) muy personal.
Un saludo y hasta pronto

Nacho!, el debate es infinito :)
OK a lo de la pertenencia, el "pertenecido" siempre escoje :)

Reconozco el paragüas del que hablas pero creo que el tema precios es, de nuevo, personal y único para cada proyecto.

Difícil lo de los bienes comunes. Complejo..FASE II :)

Tu último apunte no lo entiendo...pero a ver si discutimos frente a un café.

Un abrazo

Jesús Fernández dijo...

Un buen amigo se ha pasado media vida creyendo que podía ser nodo de red (uno más) como proveedor de servicios.

Pues no... va a ser que no ha encontrado la forma: siempre ha acabado siendo el nodo grande de una red de... "colaboradores".

La mayoría de los otros nodos no "tiran" de nuevos proyectos, sólo esperan: se ha convencido de que la red entre iguales no puede ser el estándar, sino la excepción.

Real como la vida misma. No digo que haya que extrapolarlo, pero...

Si me permites un cambio de perspectiva, yo sí creo que la noempresa-RED puede funcionar, que puede generar sentido de pertenencia, pero como creadora de negocio, no como entidad al servicio del negocio de otros... en cuyo caso yo creo que queda condenada a un modelo de nodo dominante o, como mucho, de algunos (pocos) "nodos gordos".
Un saludo.