sábado, 8 de enero de 2011

Todo por la Pasta

Podría parecer que la artesanía y las finanzas de dan de tortas, pero lo cierto y obvio es que no. Muchos profesionales de la consultoria hemos decidido alejarnos de la gran industria, no sólo porque vivimos, creamos, producimos , aprendemos y nos relacionamos mejor a “escala humana”, si no porque pensamos que desde los modelos de red podemos dar mejor servicio a nuestros clientes. Clientes, que pagan por nuestras horas, conocimientos, experiencia y por cosas diversas que no siempre es fácil catalogar y cuantificar.

De estas cosas hablaremos en el próximo taller de la Red de Consultoria Artesana convocado por Julen y Asier con la complicida de Eutokia , "Todo por la Pasta". Las jornadas (con un taller abierto para quien quiera asistir) tendrán lugar en Bilbao el 28 y 29 de este mes de enero.

Para calentar motores, aquí os dejo algunos apuntes, antes de correr a preparar la maleta para el inicio de unos días de vacaciones.


Horas vs. Ideas

Cuando de lo que se trata es de la producción de tangibles, la medida a evaluar son las unidades manufacturadas; cuando hablamos de servicios, empieza a aumentar la complejidad y la convención sobre los precios gira en torno a las horas dedicadas a proveer ese servicio; pero si nos dedicamos a servicios de conocimiento, el valor se mide con más dificultad, así como los costes de proceso de “producción”. ¿qué vale una idea? (desde la más simple a la conceptualización más compleja), qué vale un buen consejo cuya ejecución ha consumido 5 minutos?, que vale la cantidad y calidad de las relaciones que soy capaz de gestionar en beneficio de un proyecto? …


Hoy mismo en el Blog de Manuel Gross leía un artículo de Ricardo Lopez Rodríguez, dónde apuntaba un buena reflexión sobre el tiempo y las ideas:


El recurso abundante son las NEURONAS..la capacidad de crear, de hallar soluciones innovadoras, de idear, fantasear, soñar, imaginar. El otro recurso tan precioso y especial es el TIEMPO….

Trabajamos por el número de horas, no por la tarea. Tenemos fechas, horarios y plazos en nuestro compromiso de trabajo, pero si no tenemos ideas originales, no inventamos ningún método extraordinario ni encontramos soluciones nunca antes pensadas, no hay ningún problema”.


La consultoria, o cualquier actividad centrada en la gestión del conocimiento, debe deshacerse de la tiranía del tiempo a la hora de valorar económicamente su valor aportado.



Modelos de costes

Otro tema del que me gustaría hablar en las jornadas de enero es la confección del modelo de costes de los proyectos. Sobre todo cuando estos son realizados por estructuras flexibles, como es el caso de la asociación de profesionales libres o pequeñas empresas para participar en un proyecto al que contribuyen de manera parcial según su ámbito de conocimiento y disponibilidad. En mi experiencia nos lo solemos montar así:


Mientras estamos en fase de preventa, todo el mundo va a riesgo. Corresponde al momento de la conceptualización del proyecto y las personas que invierten esfuerzos y conocimiento en estas tareas, lo hacen sin una retribución económica garantizada.

Esto ocurrirá si el proyecto, finalmente se contrata. En ese caso, cada nodo de la red ha calculado sus costes y ha aplicado su margen de beneficio (según su criterio y métodos de cálculo). No hay (en el caso en que yo dirigo la partida) comisiones sobre el trabajo de nadie.

Cada uno calcula lo que vale su contribución y la suma de todo es lo que conforma la valoración total del proyecto.


Debido a la baja capacidad financiera de estas estructuras pequeñas, los nodos cobran cuando el cliente paga, y éste suele hacerlo de forma centralizada en la persona que dirige el proyecto o mantiene el vínculo comercial.


Economía alternativa

Uno de los puntos anunciados en el programa de las jornadas de Enero es el llamado “Economía alternativa”: Proyectos facturables y proyectos no facturables. ¿Tiene sentido no facturar?, trueque, compartir recursos, economía del cariño.


No sé si se trata de cariño, pero si de cooperación entre iguales para ser más fuertes ante “el mercado”. Me explico: Las grandes compañías, tienen departamentos de márqueting, de RRHH, de estrategia corporativa, de desarrollo de negocio…la lista es infinita, lo sabéis. Pero más allá de la a veces discutible eficacia de estos “proveedores internos”, lo que está claro es que su coste queda repercutido por un buen número de agentes productores que ingresan dineros a una escala que permite el mantenimiento de estos “overheads”.


Nosotros, los “free agents” no podemos permitirnos estos servicios, y a veces necesitamos tirar de especialistas, no para participar en un proyecto para un cliente, si no para nuestro propio autoconsumo: La construcción de una página web, el soporte en la definición de un plan de actividad, asesoria laborar-fiscal, correcciones de textos o enfoques, traducciones, elaboración de material audiovisual…etc. Lo que sea.


Creo que en este caso, el dinero es el elemento al que recurrir por descarte. Sólo para equilibrar desigualdades no subsanables de otro modo en el intercambio y soporte mútuo. Entre los talleres, entre los nodos de una red de profesionales, entre pequeñas empresas, deberíamos poder practicar el trueque. “Yo te programo una web y a cambio tú me corriges un libro”. “Yo te monto un video y tú me traduces unos textos”. …


Cuando no hay un cliente final que contrate una producción, cualquier esfuerzo encaminado a “afilar nuestras herramientas” podría ser asumido por una red bien articulada.



Recursos comunes

Y uno de los elementos de esta gestión de costes propios, podría ser la compatricion de recursos.

Por un lado, pagamos bienes y servicios sin poder aplicar economías de escala, como por ejemplo los gestores, y por otro lado, resulta difícil contratar personal de soporte porque entre uno sólo de nosotros, no siempre es viable mantener un nivel de ingresos y actividad que garantice la estabilidad de un tercero, pero entre dos o tres o "n", se pueden establecer acuerdos para repartir costes tanto de personal como de materiales y espacios. Otra cosa será cómo hacer encajar estas "aberraciones" en el encorsetado modelo laboral, legal, administrativo y fiscal, que nos ampara, pero esto es harina de otro costal.


Si te interesa el tema ves siguiéndonos por aquí.


Me va a costar una pasta desconectar, así que no hagáis mucho ruido :)



5 comentarios:

Anónimo dijo...

De todas formas, en la artesanía me parece fundamental no separar en partes nuestra actividad; todo conforma un sentido global y tenemos que ser capaces de no dejar a un lado actividades "indirectas". Es cierto que cada cual debe saber qué hace bien pero creo que no debemos subestimar esas otras partes que a veces las grandes industrias acaban subcontratando "porque no aportan valor". Ese tipo de clasificaciones me cuesta verlas.
Gracias por la reflexión.

Odilas dijo...

Sí claro, el sentido global es indiscutible, si no hablaríamos de factoria artesana :)

Amalio A. Rey dijo...

MJ:
Interesante aportación. Agradezco que contemples la opción-B = la "pequeña empresa", ademas de la A que has llamado de un modo tan gráfico como "Asociación de profesionales libres". Pienso que en #redca nos olvidamos a menudo del tipo-B de consultoría artesana, la que pueden hacer las pequeñas empresas, como es el caso de eMOTools. Ese punto de vista intentaré desarrollarlo en el Taller, porque la gestión de costes en una "empresa artesana" (que existe también) puede introducir cierta complejidad, incluso rigidez, que convendrá tener en cuenta. Nosotros tenemos que trabajar con mayores niveles de tolerancias, pero ya lo contaré.
Y en cuanto al impacto del tiempo en los costes, también presumo que va a ser un tema "calentito" en el taller. Efectivamente, como dices, hay que "huir de la tiranía del tiempo", pero el tiempo (horas de dedicación) es una variable importantísima, de las más relevantes a la hora de presupuestar (además de otras), y quien no entienda eso, corre el riesgo de terminar achicharra'o en este negocio. Esto hace tiempo que lo entendí, y aún así la mayoría de mis errores en este capítulo provienen precisamente de una visión idealista respecto del tiempo. Me tienta ignorarlo, pero es estúpido, porque su carácter finito es quizás el único dato objetivo en toda la fórmula :-)
Disfruta las vacaciones
un abrazo

Anónimo dijo...

Yo tampoco creo que las horas invertidos deben determinar el precio. En mi opinion el "cliente" debe pagar por el valor que ha recibido. Desde el punto de vista del cliente no importa si has invertido 5 minutos o 5 días en aportar este valor.

Es por eso que yo siempre trabajo con una valoración posteriormente: solo al finalizar el proyecto hablo sobre precios (o valor para ser más preciso). Es el cliente quien sabe el valor que ha recibido y por tanto es el cliente quien decide cuanto paga por mis servicios.

Odilas dijo...

Amalio, gracias como siempre por la defensa de la diversidad y la aportacion de matices. Ya hablamos mucho (contesto mensajes con cierto desfase), pero nunca suficiente. Abrazo

Jeroen, no nos conocemos pero tengo muchas ganas de hacerlo, tenemos colegas comunes. Muy, muy interesante la idea de la valoracion a posteriori. Habra que explorarla. Gracias y hasta pronto.