Hoy he desayunado con un colega, un consultor, podríamos acusarlo de “industrial” Me permito la licencia por los años de respeto, admiración y afecto mutuos, pero ciertamente enfocamos la profesión y la vida de forma diametralmente opuestas.
Quizás por todo ello, la conversación es rica y apasionada, la que se da “entre aquellos que no ignoran lo mismo” como dice Wagensberg
Hace un año aproximadamente me invitó a impartir una de sus clases sobre Administración electrónica y eGovernment en un postgrado, no recuerdo dónde la verdad. Buscábamos el enfrentamiento dialéctico en directo para estimular el debate en la sala y nos divertimos (los alumnos más).
Y la semana pasada se coló en un seminario que Elena Sanz Marc Garriga y yo preparamos para alumnos del IESE, sobre entornos 2.0 en las organizaciones y amenizó la tarde cada vez que levantaba la mano, para replicar un argumento.
Es más un juego de roles que define nuestra relación que divergencias de fondo, pero desde que voy por libre, he rechazado cordialmente trabajar con él, porque aunque es uno de los mejores consultores que me he encontrado en años, me da pereza enfrentarme a un conflicto de valores en pleno proyecto.
Hoy hemos dedicido encontrar lo que nos une, para colaborar. Yo que nunca estoy segura de nada, me he alegrado de encontrar en él la disposición a cuestionarse algunas certezas. Así que desde la humildad de la duda y las ganas de experimentar, empezaremos a re-conocernos.
Me encantará explicarle a Luis como resulta una implantación de SAP a la artesana ;-) Sé que lo primero con lo que vamos a “enfrentarnos” es a la liberación y la apertura de la información.
Yo, salvo restricciones del cliente, no me cuestiono publicar mi trabajo; para él, para ellos, representa un activo, algo en lo que se invierten unos costes y que tiene valor en sí mismo como ventaja competitiva ante otras empresas.
“No publicaré mis métodos, mis ideas, mis conclusiones, porque alguien las puede copiar y aprovecharse de mi esfuerzo”
Es una reivindicación aparentemente lógica aunque muchos pensemos que el talento no es transferible, que la sabiduría que da la experiencia no se puede copiar, que las palabras sobre un documento no son exactamente conocimiento, o que pensar que la aportación de terceros no puede mejorar tu producto es algo entre la ingenuidad y la arrogancia. Si, pero…
Hay un pero respetable y es la falta de reciprocidad. Los que nos movemos en entornos “abiertos” estamos obligados a reconocer que por mucho que tú publiques, es más lo que recoges que lo que das. Es una cuestión de masa crítica. Y esa generosidad colectiva estimula (o al menos no bloquea) la propia. En su entorno, dónde aún reza la máxima de que la información es poder, esa compensación no se dará, o tardará mucho tiempo en ser equitativa y culturalmente aceptada.
Además nosotros reutilizamos con mucha más creatividad y libertad que ellos, sujetos a procedimientos y metodologías propias y rígidas que difícilmente se verán enriquecidas con lo que “encuentren” ahí fuera. Así que esa ventaja también se ve mermada.
Otro factor que influye es la administración del prestigio, la visibilidad, la reputación. La nuestra basada en la calidad de los contenidos y en la conectividad y la suya en el balance de su cuenta de resultados. Sus marcas y su capacidad comercial se desarrollan por mecanismos distintos a los que encontramos en la red.
Y quizás hay algo más que tiene que ver con las fronteras de tu foco de interés. Más allá de réditos, estrategias compensatorias y retornos, a mi me preocupa el mundo y si el conocimiento compartido ayuda colectivamente a avanzar hacia una mejor comprensión de nuestros retos como sociedad (evito especie, aunque es lo primero que he escrito), pues bienvenido sea el copyleft. Así es como yo entiendo la responsabilidad social corporativa de mi empresa unipersonal, algo difícilmente compartido por una organización como la de mi colega.
En fin, que me ha dicho que pronto se abre una cuenta en twitter, así que ya os lo presentaré para que me ayudéis a sacarle del lado oscuro de la fuerza.
Actualización 17/10/09:
Vía David Sánchez Bote
sábado, 10 de octubre de 2009
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