viernes, 23 de julio de 2010

La Colaboración en "el mundo de Einstein"

"Las cartas también experesan un extraño y envidiable don para la amistad y la franqueza. Haber, Einstein, Laue y Willstätter confiaban los unos en los otros, se confesaban los descubrimientos y los desánimos, las percepciones y los temores….Hasta que Hitler hizo pedazos todo esto, la suya era una comunidad de científicos, orgullosos de sus logros y agradecidos por su vida académica


Este texto extraído del libro "El mundo alemán de Einstein de Fritz Stern", refleja cómo un nutrido grupo de científicos e intelectuales de la Alemania de entre guerras, constituyeron durante el primer cuarto del siglo XX, una de las muchas Comunidades de conocimiento que han nutrido al mundo, de avances inimaginables desde la producción y reflexión individual.

El pedazo de historia que nos cuenta Stern, examina la compleja amistad que mantuvieron Albert Einstein y el premio Nobel de Química Fritz Haber, comparando sus reacciones ante la vida alemana de la época y su herencia judía. El libro nos muestra también las carreras, tan turbulentas como relacionadas entre sí, del físico Max Planck, una figura austera y poderosa, uno de los más grandes científicos del siglo XX, que contribuyó a hacer de Berlín un lugar apasionado y productivo para otros científicos legendarios; de Paul Ehrlich, descubridor de la quimioterapia; de Walther Rathenau, industrial y estadista germano-judío asesinado trágicamente en 1922; y de Chaim Weizmann, químico, sionista y primer presidente de Israel.

Estos hombres, en Comunidad, fueron capaces de conversar, discutir, apoyarse, aprender, competir y desarrollar un conocimiento que transformó para siempre la historia de la ciencia y por tanto del saber de la humanidad.

Si como dice Jorge Wagensberg "...la humanidad sólo se salvará cuando pongamos el conocimiento por delante de todo.", parece que vale la pena insistir una y otra vez en las escurridizas reflexiones, estudios y propuestas, sobre cómo los hombres y las mujeres nos organizamos para comprender nuestro entorno y mejorarlo gracias a la generación e intercambio de conocimiento.

Hoy disponemos de más herramientas, de tecnología, de más conocimiento (metaconocimiento, me refiero a aquel que es a la vez materia prima para la generación de conocimiento), más experiencia acumulada, más conciencia colectiva (o estupidez generalizada, pero démonos un respiro), más de todo...

...pero también tenemos más complejidad y la colaboración entre grupos de personas, hoy en día debe atender a nuevos contextos y motivaciones. Gracias a
Andres Schuschny y a su post resumen, llego a la "Guidelines for Group Collaboration and Emergence" de Venessa Miemis, dónde menciona entre otras joyas, algunos indicadores de esa complejidad y como usarlos para mejorar la colaboración. Estos son:

1. Tasa de flujos de información
2. Grado de diversidad
3. Riqueza de la conectividad
4. Nivel de ansiedad contenida
5. Grado de diferencias de poder

Os animo a visitar el blog de
Emergent by Design o el de Schuschny para leer los artículos completos.

Pero creo, que además de mayor complejidad que en los tiempos de Einstein, tenemos un riesgo añadido, y es todo lo que tiene que ver con el exceso, la abundancia, las modas, el consumismo (también de relaciones, de interconexiones), la inmediatez, la superficialidad ("surfear por la superficie" que dice Baricco), la banalidad en la que podemos caer y perdernos aquello que hacían Einstein y sus colegas con cartas manuscritas y encuentros en los cafés de Berlín.

Busco a Bauman para que me ayude a explicar mejor lo que quiero decir y me encuentro con este post de Genís Roca , así que os lo dejo aquí para que os encontréis con ellos.

Interesante también un video reciente de Enric Senabre que se adentra en las diferencias entre Redes sociales y Redes de Conocimiento y en la necesidad de crear espacios y condiciones dónde estas últimas se desarrollen para aportar valor real.



Disculpas por el cocktail quizás caótico y la falta de conclusiones. Quería compartir tan sólo añoranzas de grandes periodos de escasez técnica y exuberancia creativa y esperanzas en que todo el arsenal técnico actual nos ayude a acercarnos a la idea de salvación que propone Wagensberg.


martes, 20 de julio de 2010

Querétaro

Llegamos a Querétaro por la mañana, más tarde de lo previsto, pero en este país la ecuación espacio-tiempo es siempre una incógnita, te mueves y a menos que sea en taxi (y tampoco), el tiempo lo marcan las circunstancias y tu suerte.

La estación de autobuses de Querétaro queda a las afueras de la cuidad (como si fuera un aeropuerto). Preguntando llegamos a la explanada de dónde salian los “micros” para la ciudad. Nos habían dicho que el R 36 llevaba al centro, pero al meter la cabeza en el primer autobús parado (como meter la cabeza en un artilugio para viajar en el tiempo). Me dice el conductor que sí , que va al centro, a pesar de que un gran número 19 luce en una chapa que cuelga del lateral.
Nos arriesgamos.

El centro de Querétaro es una maravilla, casonas bajas de estilo colonial, plazas circundadas de galerias arcadas y amplias fuentes en el centro, jardines y calles bien dispuestas, limpias, cuidadas. El ambiente es alegre, gente que vive intensamente su ciudad. A pesar de ser esta también patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO,
Santigo de Querétaro es de los que la habitan (no tanto de los que la visitan, como ocurre con otros lugares de interés turístico).

Paseamos buscando el restaurante "Ama Layu" dónde habíamos quedado para comer con la mujer que nos ha ayudado a instalarnos en San Miguel. Contacto de Ikuska, su generosidad, ingenio y disposición han sido clave y providenciales para este viaje.
Ama Layu es “una galeria restaurante con la mejor fusion de cocina Vasca y de Oaxaca, ademas de buena musica y arte” regentada por Mikel, un cielo de Bilbaino que nos alimentó en todos los sentidos y nos cuidó con tacto y exquisitez durante horas.

Llegamos algo pronto, tiempo suficiente para que Mikel nos explicara la historia del local, la suya propia ligada al proyecto, y las delicias de su cocina. En ese momento decidí que después de comer me tomaría un “café blanco” servido con gajos de naranja y sal de gusano.

Nuestra anfitriona, vamos a llamarla Lila, en honor a la grande Downs cuya Paloma Negra sonó en los postres y cantamos (suavecito) y las dos Lilas y yo aquello de “quisiera arrancarme ya los clavos de mi pena, pero mis ojos se mueren sin mirar tus ojos, y mi cariño, con la aurora, te vuelve a esperar”.

Decia que Lila, nos contó mil historias de su bagaje vasco-mejicano, nos advirtió de algunos derroteros peligrosos que íbamos a tomar y nos regaló toda la "buena honda" que su mestizaje y su intensa vida han forjado en ella.
El Mezcal servido en tacita (elaborado de forma artesanal y traído al restaurante desde un lugar que no recuerdo) acompañaba el relato.

Le hablamos del libro que escribimos sobre comunidades de práctica y trabajo colaborativo, escuchaba atenta, nadie mejor que ella sabe lo que significa el poder de las redes. La conversación siguió recorriendo proyectos e inquietudes, hablándo de artesanos, de redes de colaboración, de equipos distribuídos, de [no] empresas…
Tienes que conocer a Jose Luis”!!, decidió en un momento, agarró su teléfono y al cabo de media hora Jose Luís y Monica (su mujer) se sentaban a nuestra mesa sin saber muy bien por qué, pero confiando todos en esa habilidad innata que tienen las personas como Lila de identificar "conexiones cósmicas".

Eran ya las 5 de la tarde pero una segunda sobremesa estaba a punto de empezar. Jose Luis y yo
nos reconocimos enseguida, sacamos casi simultáneamente papel y boli de nuestras bolsas y como si el resto de la mesa (y del mundo) no existiera, empezamos a dibujar quien éramos y qué hacíamos: tecnología, redes, conocimiento, matemáticas, sociología, intercambio de herramientas (libros, referencias, ideas, proyectos, contactos…) y una emoción que iba en aumento ante la complacencia del resto de comensales, que entraban y salían de la conversación y que observaban divertidos como dos locos que viven a 10.000 km se entendían como si llevaran una vida trabajando juntos.

Jose Luis es Director de REDLICH (“Honestidad” en Alemán, su socio lo es ) consultora dedicada al diseño de redes de conocimiento. Fundador y Presidente de la Asociacion Mexicana de Multimedia y Nuevas Tecnologías y un investigador y emprendedor incombustible.
Una conversación mágica (estoy abusando de esta palabra últimamente) con alguien que había desechado por el camino las mismas ideas, tenía dudas comparables y conocimientos complementarios.


El caso es que la sobremesa de la sobremesa duró hasta la noche y tuvimos que improvisar alojamiento en un hostal cercano que por cierto también os recomiendo si no os asustáis por pasar la noche en un lugar extraño y funesto, divertido si te llevas bien con brujas y duendes ☺

Encontraréis en el blog de Jose Luis muchas de las cosas de las que hablamos (él las explica mejor), y nosotros nos veremos antes de irme para seguir estirando de algunos hilos.


Si vais por Querétaro, además de callejear por sus plazas, de comer en Ama Layú y de esquivar duendes, no dejéis de visitar el Acueducto. Dicen que Juan Antonio de Urrutia noble de Querétaro allá por los años 20 de 1700, se enamoró de una monja clarisa, sobrina de su mujer. Ante la desdicha de su destino le preguntó a su amada qué desaba y esta le contestó “Agua para el convento”!

Al dia siguiente, ya de vuelta a la estación preguntamos en un quiosco que autobús nos acercaba hasta allí, R 36 nos dijeron. Me sentí aliviada (una indicación coherente!!) la misma numeración que para venir!!. Nos dirijimos a una [no]parada de autobuses, metí la cabeza en el primero que encontré abierto y pregunté si iba a la estación. Hizo un gesto con el brazo para que entráramos. En la placa lucía un flamante 43.

miércoles, 14 de julio de 2010

Comunidades de San Miguel

Es tarde aquí, lo suficiente como para imaginar como al otro lado del charco, mi gente, mi mundo, se despereza y se dispone a empezar un nuevo día.
Me gusta este momento en el que empiezan a aparecer señales digitales de vida “al otro lado”, señales imaginarias también sobre rutinas conocidas, en este breve momento de coincidencia entre los extremos de días distintos.


Silencio en la casa, tan sólo se oye la fricción con el aire, de un ventilador de aspas de madera que cuelga del techo y al que miro de vez en cuando, con vocación ingeniera, intentando asegurarme de que está bien fijado.


Llevamos casi dos semanas en San Miguel, y por ahora, es aún un lugar por “conquistar” , por comprender, por descubrir. Un lugar extraño, mágico dicen los de aquí, pero creo que el lugar es en realidad (como todos supongo) lo que son las almas que lo pueblan. Y este es algo así como el teatro dónde gente con una visión mágica de la vida, ha venido a representar el drama (quizás el ultimo) de su existencia.

La visión es sesgada porque de momento, hemos interactuado mayoritariamente con americanos (norteamericanos) que vinieron hace tiempo aquí en busca de una vida “auténtica”, o sencillamente a terminar con dignidad la que les tocó vivir.

El caso es que hacía tiempo que no disfrutaba tanto en una tertulia como en la que hace unos días nos introdujo Ruth, la dueña de la casa. Había preparado una cena ligera al aire libre y nos invitó a unirnos a su panda. Gente extraña y "mágica", como San Miguel mismo.
Personas que habían atesorado prestigio, poder, dinero. También tragedias personales, y búsquedas extenuantes de quien eran en realidad. Esclavos de sus “éxitos”, rebeldes de sus destinos, reflexivos y conscientes, de vuelta ya de todo, pero con una energía y una capacidad de sorpresa y emoción, que hace a una cuestionarse si realmente guardan algún venerado secreto.


Al verles desaparecer por el patio bajo los arcos de piedra, ágiles, divertidos, sabios, traviesos, me recordaron la película de Cocoon, aquella de la comunidad de mayores inmortalizados por extraterrestres.


Pasaron por aquí días después (la casa es un lugar de intensa actividad social parece ser) un grupo de mujeres para celebrar el encuentro mensual de Brain Exchange. Una reunión de localización distribuida y que se celebra desde hace años en diverso lugares del mundo, donde las asistentes exponen un problema a resolver y gracias a una rigurosa (cronometrada y taquigrafiada) técnica de Brainstorming, las demás aportan soluciones.

Curioso de ver y vivir, mas que por la técnica y el concepto, por cierto aire de misticismo en aquella escena, en aquella galería interior dónde la luz de media tarde inundaba una exquisita decoración colonial, un grupo de mujeres la mayoria desconocidas entre sí se explicaban sus inquietudes, y esa energia que flota en el aire, y que Ruth nos cuenta que está ahí para nosotros, que no la usamos pero basta con verbalizar algo y darle forma para que “el universo empiece a trabajar para nosotros”.

Sé como suena, me abstengo de valorar, soy lo bastante mayor como para no juzgar y lo suficientemente joven como para renunciar a creer.

De momento, nosotras encontramos nuestra energía en el trabajo diario que nos ha traído aquí (o eso intentamos), y quien sabe si cualquier día, al girar una esquina, descubrimos un manantial de aguas bautismales.

Buenos días!

martes, 6 de julio de 2010

San Miguel de Allende

Hace unos días llegué a la Villa de San Miguel de Allende en el estado de Guanajuato, México.
Me trae aquí, el hecho de pensar, hace unos meses, que necesitaría distancia y aislamiento para concentrarme en un trabajo que me encargaron.

A veces, hay que hacer eso tan difícil (para mi lo es) de dedicarse a una única cosa. Y me pareció el momento de convertir la necesidad en aventura. Y retirarme a escribir.

Siempre he sentido fascinación por México (me cuesta explicar por qué sin caer en los tópicos), así que pensé que me dejaría caer por cualquier lugar del país, evitando en lo posible las dos (antagónicas) de las muchas caras de este país de contrastes: el frenesí turístico de las zonas costeras y la locura de violencia (cada vez más deslocalizada).

Ikuska, con quien comparto proyecto y viaje, movilizó sus redes hasta encontrar una casa tranquila en el centro de esta ciudad colonial, cuna del independentismo mexicano, del que este año precisamente, se cumple el bicentenario. Así que estamos, sin pretenderlo, en el ojo de un huracán (este cultural) de celebraciones y festejos populares, que junto con la ya de por sí intensa oferta de entretenimiento de la ciudad, nos pone difícil lo del retiro disciplinario. Pero nosotras, a lo nuestro ☺

San Miguel se ha convertido en un refugio (y un retiro) para gentes de todas partes el mundo (especialmente norteamericanos y canadienses) que buscan en sus calles empedradas, sus jardines interiores, sus acogedoras casas bajas pintadas de mil tonalidades de ocre, sus cafés, sus bibliotecas, sus numerosas fuentes y su infinidad de iglesias y santuarios; una forma más natural de vivir la vida, lejos de ese “primer” mundo consumista y “consumidor” de almas.
Plaza de escritores, artistas, diseñadores, intelectuales…por San Miguel se respira una mezcla curiosa entre lo local y lo cosmopolita, entre la tradición y la globalidad, entre lo propio y lo importado.

El primer paseo fue de la mano de Ruth, nada más llegar, aturdidas aún de un viaje largo y pesado.
Ruth es la dueña de la casa dónde nos alojamos. Llegó aquí hace algo más de cuatro años, después de viajar durante más de treinta por todo el mundo (ella calcula que ha estado en 51 países distintos). Decidió con cuarenta años que su vida no era la suya y se puso a caminar. Hoy, esta atractiva septuagenaria, regenta el pequeño oasis en el que nos alojamos y es también, a juzgar por la actividad de la casa y la suya propia, la reina indiscutible de la vida social de la comunidad norteamericana de San Miguel.

A modo de balance, de momento lo mejor: la luz, lo peor: los mosquitos. Contra estos últimos he desarrollado una placentera obsesión por aplastarlos a palmadas. (las marcas de mis piernas, explican por qué). Ayer fui capaz de matar a varios mientras hacía yoga, sin perder el equilibrio ni la postura…aaahh el poder de la meditación ☺

Intento fotografiar la luz, pero no consigo captar el impacto que causa a la mirada propia. Los amaneceres son rosas y el día se despide con tonos violetas y azulados. Un espectáculo diario que me encantaría llevarme atrapado, en un soporte menos efímero que la caprichosa memoria.

Seguiré intentándolo.

...Y Seguiré contando.

Y un trago en honor a Frida Kahlo que nació un día como hoy, no muy lejos de aquí.